ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  29 de enero de 2020
                               
 

A mí la Legión

Hoy sería impensable que, como se cumplió ayer hace un siglo con la rúbrica de Don Alfonso XIII, el Rey firmara el decreto fundacional del Tercio de Extranjeros en el Ejército. Lo menos que dirían es que eso es xenofobia, y no creo que la izquierda, siempre con tantos desprecios por nuestras Fuerzas Armadas, estuviera dispuesta a consentirlo. Pero ahí está el valor de los 100 años de valor de la Legión Española, que a pesar de las circunstancias más adversas, con la Memoria Histórica contra sus heroicos hechos de armas, los valores militares y humanos del viejo Tercio de Extranjeros no sólo permanecen vivos, sino que son un ejemplo para esta sociedad con el norte perdido y en muchos de cuyos sectores apenas queda rastro de la diferencia entre el bien y el mal, y mucho menos de la exaltación de principios como la disciplina, el valor, la obediencia o el honor. Sólo se han quedado algunos con una frase del viejo Credo Legionario, que aplican a su conveniencia, por mucho que les rechine cuanto el Tercio representó y representa en la Historia de España: "Con razón o sin ella". Estamos en tiempos de sinrazón. La Legión es un espejo de valores donde no se pueden ver reflejados los que han desaparecido de nuestra España.

Patria. La palabra es Patria. La Legión representa la defensa de la Patria y para eso fue fundada por Alfonso XIII. ¿No se habla ahora tanto de la "cultura de Defensa"? ¿Qué más cultura de Defensa quieren que la propia historia de la Legión? Basta escuchar los aplausos a los legionarios cuando desfilan con su acelerado paso el Día de las Fuerzas Armadas, o en la Fiesta Nacional, o en una procesión de una Semana Santa andaluza para ver cómo el pueblo, en el fondo, no sólo admira y quiere a la Legión, sino a los valores que representa. Los que defendió en la batalla de Edchera en el Sahara, nuestra última guerra colonial ignorada en su día y olvidada ahora, o los que ha defendido en Bosnia o en las misiones internacionales de paz y ayuda humanitaria que ahora son sus principales objetivos militares.

Tiene la Legión algo que indigna todavía más a los antimilitaristas, que la desprecian como cuerpo mercenario y dicen que anacrónico: mitología, literatura, música de poner los vellos de punta, leyenda, poesía. Poesía de la muerte con honor por la defensa de España o de la paz mundial. ¿Quién, por mucho que tache de franquista o de fascista a la Legión, no se sabe sus canciones más emocionantes, sus himnos más patrióticos? Ahí les duele. Que "El novio de la muerte" siga formando parte del imaginario colectivo de los sentimientos de España como nación. Que todavía nadie en el Tercio sepa quién es aquel legionario que ahora vemos en Mali, en El Líbano, o tantas misiones internacionales. De menos, de su Legión Extranjera, ha hecho Francia literatura, cine, mitología, símbolo de la grandeza del país. Aquí, con lo orgullosos que podríamos estar de ello, y con lo que harían ante un hecho así en otras naciones, me da la impresión de que vamos a celebrar un centenario de la Legión como vergonzante, a cencerros tapados, demasiado condicionado por la Memoria Histórica. A cierta izquierda lo que le gustaría en verdad es borrar la Historia gloriosa de la Legión y hasta sus miles de caídos, cuando no a sus propios Tercios y Banderas, cerrar el campamento de Viator. Disolverla. Acabar con la Legión como signo de modernidad, como se suprimió el servicio militar obligatorio que aún consta en la Constitución.

En esta España donde Sánchez comete hoy una locura más que ayer, pero una menos que mañana, y donde observo con preocupación una derecha como desfondada y desesperanzada, debemos tomar ejemplo de los valores de la Legión. Por cierto, y aunque lo mío no sirva de nada, me sumo a la petición de que por su valor del valor de 100 años le sea concedida la Cruz Laureada de San Fernando.

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