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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 28 de marzo de 2020
                               
 

El alcalde de la Expo

Conocí a Manuel del Valle ayer por la mañana, como quien dice: hacia 1962, en la vieja Fábrica de Tabacos. El estudiaba Derecho; yo, los Comunes de Filosofía y Letras. Nos unió algo muy de nuestra edad y de aquella hora: la inquietud por una España distinta, más abierta y libre, en un mundo que estaba cambiando con Juan XIII y con Kennedy. Nos unió el Aula de Cultura que ideó don Jesús Arellano, catedrático de Filosofía, muy ligado a los movimientos juanistas dentro del Opus Dei, del que era numerario. En el Aula de Cultura conocí la seriedad y el rigor de Manuel del Valle, lector diario de "Le Monde"...cuando entraba y no lo retenía la censura en la frontera. Era comentarista internacional y de cine en aquella ilusión en forma de joven micrófono que fue Radio Vida y que los jesuitas tenían en los altos de su residencia de Jesús del Gran Poder, entrando por Trajano. Manolo del Valle era novio formalísimo de una muchacha vecina, luego su mujer, María Luisa. Así que lo conocía de vista cuando intimamos en torno a las inquietudes democráticas del Aula de Cultura de la Universidad, donde cada semana organizábamos una conferencia con un coloquio que era un horizonte de esperanzas y de ilusiones.

Esperanzas e ilusiones que luego vi muchas tardes en su silente presencia en el despacho laboralista de Capitán Vigueras, el Belén donde nació la renovación del socialismo español. Yo era corresponsal del muy democrático diario "Madrid" de Antonio Fontán y allí en Capitán Vigueras éramos convocados por Felipe González, por Rafael Escuredo, por Alfonso Guerra, por Miguel Ángel Pino. Manuel del Valle era la moderación de la socialdemocracia personificada, en una España que se miraba entonces demasiado en la revolución de los claveles de Portugal y muy poco en la democrática Alemania de Willy Brandt. Como se ha dicho hasta la saciedad, gran aficionado a la fotografía, fue quien, con la cámara de Pablo Juliá, pulsó el disparador para la famosa "foto de la tortilla". Todo un símbolo: quien tanto estaba trabajando en la sombra por la socialdemocracia del PSOE surgido de Suresnes no salió en la foto. Y sin moverse de su moderación, de su retranca, de su inteligentísimo sentido del humor, aspectos que nos unían en nuestra amistad. Que estrechamos aún más cuando, llegada la demofracia, fue elegido presidente de la Diputación. Un dato-símbolo de su paso por la Diputación: puso en nómina y dio de alta en la Seguridad Social a las monjas de San Vicente Paúl que cuidaban el Real Hospital de San Lázaro, entones dependiente del ente provincial. Valle estuvo en la Diputación de 1979 a 1983. Transición pura. Su talante y su buena gestión le hicieron desde allí la mejor campaña para la Alcaldía de Sevilla, que ganó en 1983 y mantuvo hasta 1991. Fue un grandísimo alcalde. Fue, verdaderamente, el alcalde de la Sevilla del 92. Preparó la ciudad con su ambicioso PGOU para los que habrían de ser los grandes cambios de la Expo. Liberó a Sevilla del entonces llamado "dogal ferroviario" que la ahogaba, cercada por las vías del tren. Abrió las grandes rondas, las grandes avenidas. Y todo sin alardear de nada, con humildad y eficacia. Lo critiqué mucho en aquellos entonces, y no por eso perdimos las amistades; por el contrario, me demostró siempre su moderación, su talante liberal.

Y lo que son las cosas de Sevilla: Manuel del Valle, que indudablemente fue el alcalde del 92, el que permitió la expansión y transformación de la ciudad, no estaba ya en la alcaldía cuando se inauguró la Expo cuyas bases había preparado. El alcalde del 92 fue Rojas Marcos. Nunca se lo comenté a Manolo, pero sé que ahora lo estará recordando con su sonrisa. La sonrisa de la inteligencia que sacaba a relucir desde su gran sentido del humor de sevillano serio, hondo, alejado de los tópicos, con la retranca de la verdad y siempre con la frase exacta para retratar la realidad. Su partido lo quitó de alcalde, pero los sevillanos lo seguiremos siempre teniendo como un gran regidor de la ciudad. Que tu Dios difícil de sevillano serio y socialdemórata alejado de los radicalismo te dé la luz eterna con la que seguirás brillando en la memoria de los que tuvimos el honor de ser tus amigos en los tiempos difíciles, querido Manuel del Valle Arévalo.

 

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