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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  28 de abril de 2020
                               
 

Faltó la Rampa

Usted también coincidirá conmigo al pensar, como se ha escrito, que fue como un segunda mañana de Reyes la autorización para que los chiquillos pudieran, ¡por fin!, salir de casa tras estar recluidos una cuarentena propiamente dicha, de más de cuarenta días, en que cada hogar se ha convertido en un lazareto para no contagiarnos con el virus que, lagarto, lagarto, dicen muchos científicos que saben y no usan rebequita que es de laboratorio. Que lo prepararon los chinos a mala leche, como un arma de guerra bacteriológica. Sin pensar en la ruina que les iban a buscar a sus paisanos asentados en Sevilla y con negocios abiertos todo el santo día, que al suspenderse por el maldito bicho la Semana Santa no vendieron ni una sola sillita de los chinos.

Fue, en efecto, como una segunda mañana de Reyes. No he visto más bicicletas y patinetes como estrenándolos la ilusión de los chavales. Y en cuanto a estrenar la libertad de corretear las callas de la ciudad, fue como un segundo Domingo de Ramos. Pero le faltó, ay, algo muy nuestro: la rampa del Salvador, que como saben se pronuncia Rampla. ¿No celebraron en los balcones de muchas casas la Noche del Alumbrado de la Feria que nunca existió, con su pescado grito, su manzanilla y sus farolillos, y hasta con cohetes, con los pobres perros escondiéndose atemorizados debajo de las camas? Sabiéndolo con tiempo como se supo, ponían haber montado la Rampa del Salvador de la Semana Santa que nunca existió, para solaz de la chiquillería. Entonces se hubieran aparcado todas las bicicletas y patinetes. Que donde esté un buen sonoro correteo por la Rampla, haciendo mucho ruido a zapatazos, que se quiten los mejores juguetes. La Rampla del Salvador es el gran juguete que estrena la chiquillería sevillana cada Domingo de Ramos y, si me apuran, por eso me ha venido la idea, tiene algo de mañana de Reyes.

Eso por lo que respecta a la chiquillería en la calle, en la que, la verdad, nos pasamos un poquito en las normas de seguridad contra el virus, aquí que están siendo tan estrictos cuando dicen una misa en la azotea de los Paúles o se va a casa de la suegra. Pero, claro, si no hay mascarillas en las boticas, ¿cómo vamos a exigirla al personal que las lleve? Y lo más curioso del caso es que el apellido del ministro de Sanidad, Illa, rima con mascarilla. A ese ministro, Juanma (que lo está haciendo de cine en esta tragedia nacional) le ha pedido las exigencias de Andalucía en materia de desconfinamienro y desescalada. Que esto es de la "desescalada" es palabra que me hace mucha gracia. ¡Ni que hubiéramos subido al Everest y ahora no supiéramos cómo bajar! Sin que lo pida Juanma, sino por su cuenta, Illa, el que no da mascarillas, nos va a dejar salir a todos a partir del día 2 a dar una vuelta o a hacer deporte. Sin tener que buscar la excusa de pasear al perro. Que están los pobres reventaditos de que los saquen, y que dan origen a situaciones tan divertidas como el anuncio que usted también habrá recibido y dice: "Vendo perro con 30.000 kilómetros". Aparte de que Illa nos va a dejar salir a sitios que no sean el súper, la botica o el Banco, sino a darnos un garbeo por la hasta ahora desierta Sevilla, Juanma quiere que el día 11 abran los comercios y el 25, los bares. Ojalá el todopoderoso Sánchez acepte y tengamos, al menos, ese importante recorte en la ruina que han buscado a tantos comerciantes y a tantos trabajadores con la paralización de la economía. Así habrá ingresos en los establecimientos que tienen ya hasta telarañas en la caja del dinero y se acabará la angustia de llegue el día 30 y los trabajadores no cobren un duro, y a saber cuándo les ingresan lo de los ERTE. Pero, por favor, Sánchez, hágale caso a Juanma en su petición de que el 11 abran las peluquerías. ¿Quiere ganarse el voto femenino de verdad, sin peligros del 8-M y sin nada? Pues abra las peluquerías el día 11, que no todas las señoras saben teñirse en casa y algunas hasta van a renunciar a salir a la calle, como podrían, a partir del sábado día 2. Porque ¿que van a decir de ellas si las ven por la calle con esos pelos tras más de 40 días sin pisar la peluquería y con el teñido dando ya el cante, con tres dedos de canas en la raíz?

 

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