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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  29 de abril de 2020
                               
 

Los 0 del día 30

Tendríamos que declarar la fecha de mañana, 30 de abril, como el Día del Cero. Los comerciantes veteranos, sobre todo los dueños de los pequeños establecimientos, saben que por mal que hayan estado las ventas todo el mes, cuando llega el día 27, o el 28, o todo lo más el 29 o el 30, la caja se anima siempre. ¿Por qué? Porque la gente ha cobrado, porque ya le acaban de ingresar el sueldo en su cuenta bancaria, sus tarjetas de crédito tienen fondos otra vez y pueden comprar más o menos con una cierta alegría. Pero este mes no habrá habido día 27, ni 28, ni 29 a efectos de saldos flamantes en las tarjetas de crédito, y el día 30 será la jornada de la comprobación de la ruina total que tenemos en lo alto. Nos tienen quizá entretenidos, trágicamente entretenidos, luctuosamente entretenidos, con la estadìstica diaria del Covid, con el número de contagiados, ingresados en los hospitales, altas a curados y, ay, del fallecimientos de miles de españoles sin declaración de luto oficial, cuando Sánchez bien que se puso la corbata y el traje negros cuando murió Pérez Rubalcaba que en paz descanse y decretó un día de oficial de luto, con las banderas de España a media asta en todas las dependencias del Estado y buques de la Armada.

Mañana, día 30, el Día del Cero, será cuando muchos empresarios comprobarán que en todo el mes no han ingresado un solo euro en su obligatoriamente clausurado negocio, mientras corren los gastos generales y tienen que hacerles frente como si nada ocurriese, como si el Gobierno no hubiera paralizado la economía española sin consultar con los partidos y los agentes sociales, como una medicina más contra el virus de nuestras desgracias. Mañana, día 30, será cuando muchísimos españoles comprueben que en todo el mes no ha sido ingresado un solo euro en su cuenta, y no saben cómo van a poder seguir aguantando la economía doméstica, si ya se han gastado los pocos ahorros que tenían para ir tirando en los más de cuarenta días y cuarenta noches, menuda Cuaresma, del confinamiento en el que hemos estado todos encerrados en casa como borregos, sin rechistar, toda España como en la cárcel, pero pagándonos nosotros la comida. Hombre, si por lo menos hubiéramos estado en arresto preventivo nos habrían pagado la manutención, pero aquí hemos sido como el sastre del Campillo, que cosía de balde y encima ponía el hilo.

Tiro de estadísticas recientes y el panorama económico absolutamente desolador con el que nos daremos de cara mañana, día 30, es que el Estado de Alarma ha cerrado al menos 300.000 establecimientos de hostelería que no han ingresado ni un solo euro desde hace más de cuarenta días. Y eso sólo contando bares, restaurantes, cafeterías y locales nocturnos, por no hablar de los hoteles o de las grandes factorías. Hay, según las cifras que manejo, 1,7 millones de trabajadores en cuyas cuentas corrientes no les habrán ingresado un solo euro de sueldo cuando acabe este mal llamado mes de abril en que nos quedamos sin nada: sin Semana Santa, sin Feria, sin toros, sin espectáculos, sin misas; y el Gobierno, sin vergüenza. A saber cómo se las avían los autónomos que seguramente no han cobrado todavía nada de cuanto les prometieron, como les pasará a los que fueron apuntados en un ERTE, que aseguran son medio millón de afectados, que se dice pronto. Y que como moraleja, cuando todo pase, nos quedará 300.000 empleos menos y 40.000 emnpresas que dicen que cerrarán. Y todos, mientras, saliendo cada tarde a las 8 al balcón para aplaudir a los sanitarios y a los que sin protección apenas han dado la cara frente al virus, empezando por los militares, para que luego la Prensa extranjera diga que es por lo contentos que estamos por cómo lo está haciendo el Gobierno. Que le pregunten al empresario o al trabajador que han ingresado 0 euros hasta el 30 de abril cómo lo está haciendo el Gobierno.

 

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