ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  12 de mayo  de 2020
                               
 

Heroicos veladores

Como lo de "sevillanas bailando sevillanas" de Gerardo Diego, en su prisma puro de las esencias de nuestra ciudad, a la Plaza del Salvador la van a salvar los veladores. El Salvador, salvado por los veladores, diría Gerardo. Como gran parte de la sevillana hostelería, tras la Fase 1 que Sevilla se ha ganado a pulso mientras el Gobierno de Coalición del tío del Mando Único y sus expertos secretos (que ni son expertos ni son ná) ha castigado al PP con Málaga y con Granada, con sus inmensos recursos del turismo andaluz, nuestra principal industria, dejándolas en la fase del Cero Patatero.

Y en esta Fase 1 que ayer pidió la venia en La Campana hay cosas incomprensibles. Como los veladores. Tras tener dos meses castigada a la industria y al comercio con los cierres obligatorios, ¿por qué en la hostelería sólo pueden abrir las terrazas? Y no las terrazas en todo su esplendor y gloria que nos hacían a muchos sus objetores, porque no dejaban sitio para que pasaran los peatones ni los coches de niños chicos, sino las terrazas al 50 por ciento de su capacidad. Una birria de mesas son las que dejan. Sitios habrá donde podrán contarse más camareros que clientes, porque hay bar al que sólo le dejan tres mesas. Con tres veladores no hay negocio de hostelería que saque ni para cubrir gastos. Así, claro, sólo ha abierto un tercio de los bares. Pero menos da una piedra y un cierre echado, dicen muchos, y principio quieren las cosas. Hasta los objetores de veladores creemos que es una injusticia que a un bar le dejen abrir sólo la terraza. ¿Y por qué no la barra? En Sevilla hay barras larguísimas, donde puede establecerse perfectamente la "distancia social" entre cliente y cliente. Y para algo están, además, las mamparas, esa Industria del Metacrilato que se está haciendo rica con la crisis.

Comprendo a los taberneros que han decidido no abrir. Quien no tenga bastantes veladores que reducir al 50 por ciento y se le quede, que puede ocurrir, una sola mesa útil, ¿cómo paga al personal y los gastos generales? Además, hay algunos sitios clásicos e históricos de la sevillana hostelería donde prefieres no pensar las soluciones que van a tener que encontrar para cumplir como lo manda este Gobierno cuyos expertos en Astrofísica o en Antropología Social, como de tantas cosas, de bares de Sevilla no tiene ni puñetera idea. Leí las declaraciones de Reyes Morales a ABC y me quedé aterrado. Qué horror: lo que van tener que hacer para poder abrir Casa Morales, con sus clásicos empujones para encontrar sitio. Muy bien que no hayas abierto, Reyes Morales. Y muy bien que no hayas abierto, María Trifón, porque ¿qué beneficio pueden dejar tres tostadas, un cortado y una leche manchada en dos veladores, con la barra cerrada? Ya vendrán fases mejores, claro. Rentables para los heroicos taberneros que ayer abrieron sabiendo que no cubrían gastos; cabeza de puente de una hostelería sin turistas extranjeros ni nacionales de fuera de la provincia que a ver cómo me explica usted que puedan cubrir gastos con eso nada más.

Lo que sí me gusta es lo de la tiza. El regreso de la tiza al bar. Y la vuelta al "de tapita tenemos". Como han prohibido, como posibles portadoras de virus, las listas plastificadas de tapas y todo ha de ser de un solo uso, la solución dada es que volvamos al recitativo clásico de la lista por el camarero: "De tapita tenemos..." Y que haya vuelto la tiza. No para apuntar la cuenta sobre los manchados mostradores, que no pueden usarse, sino para escribir con ella la lista de tapas en pizarrones, como se estila en la nueva cocina de los restaurantes de moda. Igual que la Fase Cero la salvó la Unidad de Peluqueros de Emergencia, la UPE, la Fase 1 la va a salvar la Unidad de Veladores de Emergencia, la UVE. Esperando todos tiempos mejores. Mientras llegan esos tiempos, a mí me va a poner usted media ración de ensaladilla, que me han dicho que el Observatorio de la Ensaladilla Rusa (ODER) le ha dado una puntuación altísima a esta casa. No tanto como la altísima nota que se merecen los esforzados dueños de bares que, aunque les costara el dinero, abrieron ayer. Y es que Sevilla sin bares, ni es Sevilla ni es nada.

 

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