ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  8 de junio  de 2020
                               
 

Los trajes de los seises

Hay una vieja leyenda sevillana, que por cierto cada vez escucho referir menos, que cuenta que hubo un Papa que cuando en el esplendor de la Catedral comenzó a celebrarse el culto al Santísimo Sacramento en el Corpus Christi con el baile de los seises, no le gustó nada que los niños cantores anduvieran con esas danzas, y más como caballeros cubiertos ante Su Divina Majestad con sus sombreros chambergos y sus plumas. Y que tras la mediación de la Mitra hispalense ante Roma, aquel Papa acabó concediendo licencia para que los seises bailaran ante el Santísimo sólo mientras le durasen los rojos vestidos con calzas y galones de oro que llevaban. Por lo cual, para no contradecir la orden del Papa --continúa la hermosa leyenda-- Sevilla le buscó las vueltas, y cuando se quedaban viejos los trajes de los seises, en vez de aceptar la orden pontificia y terminar con el baile ante el Santísimo, los remendaban una y otra vez, y si las zapatillas se rompían, se les echaban medias suelas en un remendón. Y así iban tirando sin perder en absoluto el esplendor del culto eucarístico ni la tradición del doblón que el alcalde de la ciudad les entrega cada fiesta del Corpus Christi cuando han terminado su baile en la misa mayor que se celebra mientras la procesión va saliendo a la calle y antes de que, sonando la Marcha Real, aparezca por la Puerta de San Miguel la Custodia de Arfe adornada sacramental y simbólicamente con uvas en agraz de los viñedos del Aljarafe y trigo ya casi a punto de siega de la Vega.

Este año en que la primavera sevillana ha sido tan distinta, con todas sus fiestas suspendidas para evitar contagios del bicho malo del Covid, parece como que se hubiera cumplido la licencia pontificia, que se hubieran roto los cortesanos y dieciochescos trajes de los seises y que ya no bailaran más ante el Santísimo. No lo han podido ni remediar ni remendar, y este año tendremos un Corpus tan raro como la tristeza que Sevilla toda ha respirado desde la misma Cuaresma, desde comienzos de marzo, desde la proclamación de la primavera, con todas sus fiestas suspendidas. Este año no habrá cultos de la Octava del Corpus. A las 5 no dará la Giralda el primer toque convocando a los cultos en honor del Cuerpo de Cristo cada tarde, en la grandeza del altar mayor, con el canto de viejas coplas, con letras muchas de ellas de Muñoz y Pabón y música del maestro Torres.

Sin seises, sin procesión por la vieja y tradicional carrera que llegaba desde la Catedral hasta donde estaba la Cruz de la Cerrajería en la esquina de Sierpes, y que volvía por el Salvador y por Francos, donde podía verse a la Giralda a lo lejos como otra Custodia de Arfe en piedra y ladrillería. Como todo hogaño, en este tiempo de temores, enfermedad y muertes, tendremos un Corpus sin seises y sin romero y juncia por las calles. Un Corpus de procesión claustral por últimas naves de la Catedral y con una bendición final con la Custodia, sin la de Arfe, desde la Puerta de la Asunción. Que nos recordará a muchos lectores de la Historia de Sevilla las bendiciones a la ciudad desde lo alto de la Giralda en tiempos de peste. Tendremos un Corpus sin paso de los santos sevillanos, sin Santa Justa y Rufina sosteniendo a la Giralda, sin San Fernando con su capa de armiño y con la Banda Municipal tocando "Triunfal" o el más que centenario himno eucarístico del "Venid, adoradores". Tendremos algo tan íntimo como una procesión por dentro de la Catedral, como cuando la Espada de San Fernando en el día de San Clemente, sin sillas en la calle, sin velas en la Plaza y El Salvador, sin estandartes de las hermandades. Y sin esa sevillanidad del gran madrugón, hermano del que nos damos para la salida de la Virgen de los Reyes en agosto. Igual que cuando suspendieron las estaciones de penitencia dije que sí había Semana Santa, que lo que no había era cofradías en la calle, ahora afirmo que sí habrá Corpus, si habrá cultos en honor del Sacramento y oiremos a la Giralda en un repique de día grande. Lo que no habrá será ni procesión ni seises. Ahora, que por la noche sí que va a ser rara la cosa. En vez de comentar cómo ha estado la corrida de toros del Corpus, como aquella inolvidable tarde capicúa del 18-6-81, con Curro, Paula y Manolo Vázquez, hablaremos de cómo han quedado el Sevilla y el Betis en el derbi. Las tradiciones de Sevilla sí que están pagando un alto precio por la salud de todos en la pandemia.

 

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