ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 22 de junio  de 2020
                               
 

De seise a canónigo

Fue angustioso, en el solemne funeral en la Catedral por las víctimas del Covid. En la liturgia de la Palabra, le acercaron el Libro al arzobispo Asenjo, y, tratando de leer, Don Juan José dijo, y pudo escucharse en todo el templo: "No veo". Terrible. El prefecto de ceremonias, como un apuntador de teatro desde su concha, le fue diciendo en voz baja frase a frase la oración que pronunciar debía, que el arzobispo repitió, sin que se notara mucho el grave trance. Y luego, a la hora de la homilía, tras decir el exordio a las autoridades y a los presentes, le cedió los trastos del texto del sermón que escrito traía a su obispo auxiliar, don Santiago Gómez, que le dio lectura. El arzobispo, que al cumplir 75 años presentará su renuncia a Roma el 15 de octubre, anda ahora con la visión muy delicada, aparte de su salud quebrantada en los últimos años. Si su llegada a Sevilla fue lastimosa por la actitud de muchos que lo acogieron de uñas, los últimos días de su pontificado están siendo dificultosos por estos problemas de salud, agravados ahora con la visión.

Y como si no pasara nada, como si estuviera como una rosa, encima va la Conferencia Episcopal y lo deja solo ante el peligro. ¡Con el peligro que tiene la Iglesia de Sevilla! Y le quita a su auxiliar, nombrando a Don Santiago Gómez obispo de Huelva. "Su obispo auxiliar don Santiago" ha sido el más citado en todas las misas de la Archidiócesis y quizá el más desconocido de cuantos hubo al lado de los arzobispos en los últimos lustros, aunque haya estado pastoralmente presente en tantos pueblos, tantas parroquias, tantas obras de la Iglesia. Don Juan José está ahora como cuando llegó a Sevilla: más solo que la una, por mucho que ya lo conozcan sus diocesanos y se haya ganado a pulso, trabajando, su afecto y comprensión, cosa que al comienzo estuvo en el alero y más viniendo, como venía, a hacer una limpia que citar no quiero, pero que muchos saben a qué me refiero, y a la energía y resolución que le echó para enderezar lo que torcido andaba.

Desde el primer momento, Don Juan José supo rodearse de un efectivo y trabajador equipo de curas jóvenes, a los que encomendó las más delicadas tareas. Llamé a estos jóvenes curas del equipo de Asenjo "la cuadrilla del arte". Pues bien: a gran parte de esta "cuadrilla del arte" de la que supo reunirse y en la que tanto se ha apoyado en su difícil tarea, los ha nombrado algo tan sevillano como canónigos de la Catedral. Calonges, como los llamo con un arcaísmo cuando me meto con ellos desde hace un montón de años. El único reparo que le pongo a Asenjo es que con la de números que hay, haya nombrado a 13 canónigos, 13. Lagarto, lagarto; lagarto de la Catedral, naturalmente. Los 13 han sido Antonio Bueno Ávila, Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, Marcelino Manzano Vilches, Rafael Muñoz Pérez, Borja Núñez Delgado (penitenciario), Manuel Palma Ramírez, Álvaro Pereira Delgado (lectoral), Adrián Ríos Bailón, Antonio Rodríguez Babío (capellán real), Isacio Siguero Muñoz, Ramón Darío Valdivia Giménez, Miguel Vázquez Lombo y Antonio Vergara González. Un gran equipo. Muchos de ellos, amigos, por lo que ahora tendrá más mérito que me meta con los canónigos. Como es el caso de don Isacio Siguero, don Marcelino Manzano o mi querido don Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, párroco de Santa María de las Flores, donde ha desarrollado una encomiable labor social y pastoral y que a pesar de su edad es un cura chapado a la antigua, que anda que no le gusta nada una casulla de guitarra y un latín... Y que fue seise, como alumno de Portaceli. ¿El primer seise que llega a canónigo? Quizá. De la cruz palmada y los palillos del baile, a los bancos de los canónigos. Por la predilección que "el Cura Ignacio", como le llamamos sus amigos, tiene por nuestras tradiciones, espero que le dé mayor esplendor a los seises en honor del Santísimo o de la Purísima. Y que don Álvaro Pastor Torres no me mande las tardes de diciembre, junio o febrero el triste marcador de asistencia a las octavas o al triduo. Don Álvaro cuenta los asistentes y me manda marcadores terribles: "Seises,10; canónigos, 4". Espero que con el Cura Ignacio los canónigos doblen a los seises bajo los repiques de la Giralda en el Corpus, la Purísima o el Triduo de Carnaval.

SOBRE ESTE TEMA: Asenjo nombra trece canónigos y cambia a los párrocos del Corpus Christi, San Julián, los Bermejales y La O

 

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