ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  2 de julio  de 2020
                               
 

San Fernando, desconfinado

Entre el confinamiento primero y los terrores del milenio de la crisis sanitaria y económica después (con el Banco de España metiéndonos más miedo en el cuerpo todavía), la verdad es que muchos tienen perdido el sueño. Pero en el pecado han llevado la penitencia, porque han tenido hasta ahora su gran compensación de ahorrarse por lo menos los grandes madrugones clásicos de Sevilla de toda la vida. A saber:

1.-El que se dan los que prefieren ver las cofradías de Madrugada en la última parte de la noche, ya casi amaneciendo. Se acuestan tempranito el Jueves Santo, después de ver a la Virgen del Valle, y se pegan luego el madrugón de levantarse a las 4 de la mañana por lo menos, para coger todavía por la calle al Silencio antes de entrar e ir luego a ver el Gran Poder en su regreso a San Lorenzo.

2.- El madrugón del Corpus, y más si se va con la representación de la hermandad con una vara junto al bacalao y hay que estar bien tempranito en el Patio de los Naranjos. O si se tomó silla en la Avenida, donde a las ocho y media de la mañana ya está sonando la Giralda anunciando la procesión en la calle, olorosa del romero esparcido por el suelo que aún no ha pisado el nutridísimo, pesadísimo e inaguantable cortejo.

Y 3.- El madrugón maravilloso, de nardos y campanas, de la Mañana de la Virgen (no hay que decir que "de los Reyes"). El 15 de agosto hay que irse temprano a la Plaza de la Virgen de los Reyes, antes que el sol salga, para coger sitio frente a la Puerta de los Palos y pedir las tres gracias a la Patrona de la Archidiócesis.

Nos ahorramos este año los dos primeros madrugones reseñados y acaba de anunciarse oficialmente lo que nos temíamos y ya barruntamos aquí: que por el Covid y para evitar riesgos de contagio en las grandes aglomeraciones, se suspende la procesión de la Virgen de los Reyes. No habrá que darse madrugón alguno el 15 de agosto, ni muchos venir de la playa expresamente para rezarle a la Patrona en su palio de tumbilla durante la procesión de Tercia por Gradas bajas y la Plaza del Triunfo. Pero a cambio de estos tres madrugones ("los madrugones que perdimos" en 2020) hemos recuperado algo que este año, con la dichosa crisis del Covid, habíamos perdido. En una Catedral donde nos quedamos incomprensiblemente sin baile de los seises en la Octava del Corpus, perdimos también este año, y no me explico aún por qué, la tradición de la apertura de la urna de San Fernando a la veneración de los fieles en la Capilla Real. No se abrió el 14 de mayo, aniversario de la traslación de sus restos a la actual argéntea urna de Juan Laureano de Pina que demuestra en el cetro y la corona de su remate que San Fernando era bético. No se abrió el 30 de mayo, fiesta del Rey Conquistador, cuando le rinde honores el Arma de Ingenieros de la que es Patrón. Pero se va a abrir la urna de San Fernando, y esto es lo que ganamos, en la cuarta fecha tradicional de la veneración a los restos de San Fernando: el 22 de agosto, como colofón a los cultos de la octava en honor de la Virgen de los Reyes.

San Fernando, que ha sufrido el confinamiento y las fases 1, 2 y 3 de la desescalada como el primer sevillano que en realidad es (aunque no naciera aquí, pero fuera conquistado por la ciudad que conquistó), va a alcanzar la "nueva normalidad". En su caso, la normalidad de siempre. Esta inmemorial costumbre de que, aunque brevemente, de 8,30 a 10,30 de la mañana, su urna de abra en la magnificente Capilla Real a la veneración de sus devotos, especialmente de los que somos sus partidarios, aunque no pertenezcamos a la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes y San Fernando, que es como su hermandad. Porque San Fernando no se iba a quedar sin su hermandad y sus servidores y defensores, en esa poco conocida pero meritoria asociación del cordón celeste y blanco. Bienvenido, pues, San Fernando tras su incomprensible confinamiento en su cerrada urna de la Capilla Real. Porque yo no sé usted, pero yo no acabo de entender por qué no se pudo abrir la urna de San Fernando el 14 y el 30 de mayo, si no era ni tumultuosa procesión ni besamanos, que es donde está la leña del peligro de contagio.

SOBRE ESTE TEMA EN EL RECUADRO: "SAN FERNANDO, CONFINADO"

 

 

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