ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  27 de noviembre  de 2020
                               
 

Desagravio al mollete

Si todos los langostinos de Sanlúcar pregonados como tales fueran realmente de Sanlúcar, la Ciudad de la Manzanilla llegaba, ¿qué digo yo?, desde la desembocadura del Guadalquivir a la del Amazonas. Les pasa a los langostinos presuntamente de Sanlúcar como a las ostras de Arcade o a los chuletones de Ávila, que no habría ni mares ni establos para criar tantas bacalás como nos meten. Y algo así les pasa a los maravillosos molletes de Antequera, placer del desayuno de los dioses, acompañantes inseparables del primer café bebío de cada mañana o, luego, del segundo desayuno, cuando se sale del trabajo para tomar esa maravilla de masa en su punto tostadita, en sus distintas advocaciones del aceite, el tomate untado, el jamón. Sí, desayuno en la calle hay en Sevilla que equivale por lo menos a medio almuerzo. Así, "almuerzo", es como le llamaban en el campo andaluz a la comida que se hacía hacia las 10 o las 11 de la mañana como alto en el trabajo que había empezado con la salida del sol.

La pandemia le ha dado una buena puñalada al mollete del desayuno. Con esta manía de cerrar las barras como si los virus se aferrasen a ella como un parroquiano más del bar, ¿cuántos molletes de desayuno han dejado de servirse en Sevilla? Pasé por la esquina de Casa Trifón, por los cierres echados de La Flor de Toranzo, y se me cayó el alma a los pies. Con la almohadilla de Twitter, ponía en cada cierre echado "#Somosdebarra". Parecía que más que un anuncio esperando tiempos mejores éramos los sevillanos los que hablábamos en esos letreros. Sí: somos de barra, ágora de conversación, de saludos, de convidadas, forma sociabilísima de relacionarse. Y con la cerrada barra de Trifón pensé en el esplendor de gloria de otros días y me pregunté: ¿cuántos miles de molletes se habrán dejado de servir en toda Sevilla con la manía de cerrarnos las barras, que tienen menos peligro por cierto que las mesas o los veladores, porque no tienes a nadie frente ni a nadie puedes echarle los bichitos malditos cuando te quitas la mascarilla para la manducancia?

Menos mal que el mollete de Antequera, el clásico, el oblongo, el ochavado, no el redondito que te ponen aquí en Sevilla como tal, ha tenido su desagravio en Europa. La Comisión Europea ha registrado el 'mollete de Antequera' como denominación de origen protegida, en la categoría de Indicación Geográfica Protegida (IGP). Óle. (El mío, que sea con aceite de oliva también de Antequera). En su anuncio de registro, Bruselas recuerda que la producción de este pan malagueño se remonta al menos hasta 1539 y que su receta ha perdurado de manera ininterrumpida desde entonces hasta hoy. Los servicios comunitarios describen el 'mollete de Antequera' como un pan con textura "tierna, suave y tersa" y unos aromas "intensos" que le dan una "calidad sensorial elevada". Lástima que aquí en Sevilla nos lo perdamos. Ni es oro todo lo que reluce ni de Antequera todo mollete de Antequera del desayuno.

 

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