ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  28 de enero  de 2021
                               
 

Amazon

Cuando el Cortinglés es estableció en la Plaza del Duque, el comercio tradicional de Sevilla, las calles de compras de toda la vida, especialmente Francos o incluso Sierpes, sufrieron un duro envite. El pequeño comercio tradicional, para subsistir, se tuvo que especializar. Aquel genio del comercio y de las técnicas de venta, creador de aquel nuevo emporio, el que trajo a la tarjeta de crédito, don Ramón Areces, se lo comentó un día a mi hermana Pilar Burgos la zapatera:

-- Al comercio de siempre no le queda más remedio que especializarse si quiere subsistir. Es como si tú te especializaras en vender sólo zapatos del pie izquierdo.

Pero cambiaron los tiempos, y a las grandes superficies, con las ventas por Internet, les llegó a su vez en duro envite de la competencia de las compras telemáticas. Todo el mundo se tuvo que adecuar a las ventas a través del ordenador, de la tableta o del teléfono móvil, a las aplicaciones que le das a un botón, buscas lo que andas necesitando, "de un alfiler a un elefante", y te aparece al intente y puedes comprar con un simple click. Eso sí, ofreciendo antes algo que a algunos nos aterra: el número de la tarjeta de crédito, cosa que nos resistimos hacer no vaya a ser que lo averigüe un hacker y te deje la cuenta corriente más pelada que la cabeza de Kiko Matamoros. Los grandes almacenes, las grandes superficies, hasta los pequeños negocios, se han tenido que adecuar a estos tiempos en que no tienes que ir a la tienda, sino que, Currito, le das al botoncito y en menos de horas veinticuatro tienes en tu casa lo que hayas comprado.

Y en esta moda, la supremacía es de Amazon, que nos ha traído a Sevilla por cierto un centro logístico de distribución que da empleo y crea riqueza. Antes los grandes de los grandes en Internet eran Facebook, Instagram, Twitter. Ahora le gana a todos Amazon, poder enigmático que no sabemos dónde radica y que le ha echado la pata a emporios anteriores como eran el del propio Bill Gates, la General Motors, el Bank of America u otros grandes gigantes estadounidenses de la economía. -

Hablo de Amazon, y elogiosamente, porque un guasón anónimo de los que abundan en las redes sociales ha dicho algo que nos hace pensar: que no habría problema alguno de vacunación si la Unión Europea se la hubiera encargado directamente a Amazon. Que la eficaz Amazon se hubiera encargado de comprar las vacunas, de distibuirlas, hasta de ponerlas. Todo el mundo estaría ya más que vacunado, como nos llega hoy a mediodía el pedido que encargamos ayer tarde. No habría colados, porque todos tendríamos ya la vacuna puesta. Lo que sí hay que reprocharle de veras a Amazon es que los raudos repartidores nos traen el paquete precisamente a la sagrada hora de la siesta, haciéndole la competencia a la niña de Vodafone.

 

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