ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  11 de febrero  de 2021
                               
 

Capirotes y mascarillas

Fui testigo de la conversación y quiero contársela a ustedes por lo que tiene de nuestra y porque es como una exaltación de esa divina edad de la inocencia de los niños. Yo diría, también en términos de aquí, que es la etapa en que van a la Cabalgata del Ateneo creyendo en los Reyes Magos, benditas creencias.

La historia es de un niño de los que, como tantos en Sevilla, les encanta la Semana Santa. Desde muy chico lo llevaba su madre en el cochecito los Domingos de Ramos, entre otras cosas para los dichosos golpes en los tobillos del personal en las bullas, al que tanta punta le sacaba el difunto e ingeniosísimo José Antonio Garmendia. El niño tiene todavía edad de ver la Semana Santa con los padres, que aún no sabe que son los Reyes Magos más que para llevarlo al abono de la silla de la calle Sierpes que tienen desde tiempos del abuelo, y donde van como al patio de su casa, porque conocen de un año para otro a todos los habituales de la parcela. Privilegiado lugar Sierpes, donde el niño de nuestra historia puede engordar en primera fila como un mapamundi la bola de cera que heredó de su hermana mayor, que ya es de las que se van por ahí solas con su panda a ver las cofradías, ya no es de ir con los padres.

Lleva este sevillanito en el bolsillo de su chaquetita azul el recorte con el programa de ABC, y se sabe todas las túnicas, todos los pasos, y, por supuesto, la nómina completa de las cofradías de cada día. Y le gustaría ser ya mayor para poder ir a ver con sus padres las de Madrugada. Y este, digamos, "niño de silla de la calle Sierpes", se llevó el disgusto del siglo cuando su padre le dijo que este año tampoco salían las cofradías. Pero, bendita inocencia, ahí empezó la historia de su candor, que contar quiero. Tras lloriquear porque será la segunda Semana Santa que se pierde, le dio al padre la solución, en su inocencia. Él se cree que todo el mundo ve como él las cofradías desde las sillas de la carrera oficial, que nadie va a corretear la ciudad. Y le dijo al padre, muy serio:

-- Pues a eso no hay derecho, a que no haya cofradías, papá. Pero hay soluciones.

-- ¿Cuáles?

-- Pues muy sencillo. Se dejan dos sillas libres y se ocupa la tercera, y así es como en esos sitios donde se sigue dando teatro. Así se guarda la distancia de seguridad en toda la carrera oficial. Y además, ¿tú sabes lo mejor sobre las mascarillas? Que los nazarenos llevarán su mascarilla por dentro del antifaz y, fíjate, ni tienen que cambiar el capirote ni nada.

-- ¿Y las cuadrillas de costaleros?

-- ¡Anda, no había caído! Pero también hay solución. Se les empieza a vacunar ya a todos y cuando llegue el Domingo de Ramos están inmunizados y no contagian al capataz.

¡Bendita inocencia y bendita candorosa afición desde niños por las tradiciones de Sevilla!

 

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