ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 15 de mrrzo  de 2021
                               
 

De mirón en La Magdalena

En las dualidades infinitas de Sevilla, no sé si han caído en la cuenta de que la parroquia de La Magdalena no está en la plaza de la Magdalena, como sería lo lógico, sino en lo que fue dominico convento de San Pablo el Real. Decimos "voy a un funeral en La Magdalena" y en la plaza de la Magdalena no hay templo alguno, sino que nos dirigimos a la antigua iglesia conventual de San Pablo, que la están poniendo de dulce, por cierto y hay que felicitar a su párroco.

Como el convento de La Encarnación, luego plaza de abastos, y tantos templos sevillanos, la iglesia de La Magdalena propiamente dicha fue derribada en 1811 durante la invasión francesa y en su lugar fue construida una plaza en una ciudad que apenas las tenía, casi únicamente la de San Francisco. Tras del derribo de la iglesia de La Magdalena que estaba en La Magdalena, la parroquia pasó tras diversas vicisitudes al desamortizado convento dominico de San Pablo, como hemos dicho. Y quedó la plaza, con su fuente central, con su ordenación de pequeño "salón" romántico, con sus palmeras y sus naranjos. En la esquina con Méndez Núñez, en lo que fue casa de la Condesa de Gelves, estuvo el elegante Hotel Madrid, víctima de la piqueta y actual tienda del Cortinglés. Y en la misma plaza hubo otro hotel de menor categoría, el Pacífico, donde se alojaron los poetas de la Generación del 27 cuando vinieron al fundacional homenaje a Góngora en el Ateneo, en cuyo estrado no hubo por cierto un solo poeta de Sevilla de aquella leva, ni Luis Cernuda, ni Rafael Laffón, ni Romero Murube ni nadie, todos era traídos de Madrid por iniciativa de Blasco Garzón y de Ignacio Sánchez Mejías.

La Plaza de la Magdalena tenía un encanto romántico único antes de que comenzaran los derribos masivos. De modo que el edificio más antiguo que queda ahora en pie es el racionalista al que le puso la guasa de Sevilla "Cabo Persianas", por su apariencia de barco de la Compañía Ybarra, como el "Cabo San Roque", cuando entre 1938 y 1940 lo levantaron los arquitectos Rafael Arévalo Carrasco y Gabriel Lupiáñez Gely.

Cuanto hasta ahora he dicho es pura Historia. Vamos a nuestros días. ¿Qué es, qué va a ser de la plaza de La Magdalena? Ah, sorpresa, sorpresa... Sabemos que están haciendo los dos hoteles pareados en los edificios que fueron las primitivas Galerías Preciados y el Banco Vitalicio. Sabemos que están cambiando todo aquello. Pero no hay forma de verlo, porque la plaza toda está vallada con mallas metálicas cubiertas por propaganda municipal de Emasesa. Muchos somos los que hemos ido al que Góngora llamaba "discreto y dulce oficio de mirar", a curiosear y a novelerear, con lo que nos gusta una novelería. He mirado por un resquicio del cerramiento y he visto parte del horror de una "plaza dura" más, sin personalidad, todo gris, con la consabida losa de La Serena. Y como la fuente romántica central está enfundada, no sabemos qué será de ella. Conclusión: horror a la vista cuando acaben la Plaza de la Magdalena. Bueno, con lo que entendíamos por Plaza de la Magdalena ya han acabado para siempre. Cuando la abran y vayan a verla, no se olviden del Lexatin.

 

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