ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  7 de abril  de 2021
                               
 

La Copa del Rey

Siempre me he preguntado por qué tanta pasión en jugar, y a ser posible ganar, la Copa de Fútbol de Su Majestad el Rey aquellos clubes que pertenecen e incluso son símbolo de regiones cuyos políticos se declaran abiertamente republicanos, quieren abolir la institución constitucional de la Monarquía y desprecian e insultan al Monarca en cada ocasión que pueden. Si están contra el Rey y contra la Corona, ¿por qué tanta pasión en jugar los partidos de la Copa que lleva su nombre? El caso es especialmente llamativo en el Barcelona, que, efectivamente, es más que un club: es la terminal deportiva del separatismo catalán. Bueno, pues bofetadas se dan por ganar la Copa del Rey, precisamente del Rey.

Y como esa Copa ha de cargarla el diablo, rara es la final en que no juegue, con todo mérito deportivo por descontado, un club de Cataluña o de las Vascongadas, de las regiones cuyos políticos proclaman por su cuenta a cada paso la República Catalana o la República de Euskadi. Y no hay excepción: en estas finales de Copa entre clubes de esas regiones, la interpretación inicial de la Marcha Real, o sea, del Himno Constitucional de España, es la ocasión para los abucheos y silbidos a cuanto significa de símbolo patrio esa música sin letra, que acallar suelen esas señales de protesta del público partidario de cada contendiente. En una ocasión en que el Rey presidía un partido del Barcelona, hasta silbatos comprados por el club se repartieron a la entrada, para que se silbara al Monarca y al himno nacional, pitada que en la retransmisión televisada no acalló con la subida de volumen de la música de la antigua Marcha Granadera.

Por eso el otro día me encantó la final de la Copa del Rey en ese derroche innecesario de dinero público que es el estadio de La Cartuja de Sevilla. Se enfrentaban nada menos que dos símbolos futbolísticos de las Vascongadas, de Guipúzcoa el uno, de Vizcaya el otro: la Real Sociedad de San Sebastián y el Athletic de Bilbao. Por cierto, ¿cómo es que el club de San Sebastián luce contradictoriamente el título de "Real", cuando en sus praxis está contra la Corona? E incluso muchos de los que quieren abolir la Monarquía lo conocen incoherentemente como "la Real" a secas. Me parece cuanto menos irreal.

Jugando la final la Real Sociedad y el Athletic, en circunstancias normales, la interpretación de la Marcha Real hubiera sido un estruendo de protesta contra cuanto representa. Nada más lejos de cuanto aconteció. Sonó el himno, presidió Don Felipe VI el palco y fue escuchado con el máximo respeto por los dos equipos formados en el centro del campo. Ni un solo silbido, ni un solo abucheo, ni una sola pitada al Rey. ¿Razón? Muy sencilla: no había público. Situación que volverá a repetirse el 17 de abril, con la final de Copa de este año, entre otras dos terminales del separatismo: el Barcelona y el Athletic, también en La Cartuja y sin público. Con lo cual estoy por pedir que la final de la Copa del Rey se juegue siempre en La Cartuja. Y sin público.

 

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