ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  10 de abril  de 2021
                               
 

Vacuna con errata

Entre los muchos males y ruinas que nos ha traído, el virus dichoso ha conseguido lo que parecía imposible, en la obsesión general, miedos y esperanzas de las vacunas: que todos aprendamos a decir "Astrazeneca". Incluso algunos Maestros Ciruela hasta te dan clases sobre esta vacuna en la que los ingleses, que son muy suyos, se han apresurado a quitar la primera palabra de las dos que la designaban cuando empezó a ser puesta en circulación y en pinchazo (y estocada): Oxford. Mezclar a la Universidad de Oxford con tantas dudas es algo que los británicos han sabido hacer con muchísimo cuidadito. Todo el mundo sabe que la "Sputnik" es la vacuna de los rusos, pero nadie relaciona ya a la "Astrazeneca" con la prestigiosa Universidad inglesa.

Tengo mi teoría sobre la "Astrazeneca". Lo que le ocurre, trombos aparte, contraindicaciones de edad al margen, es que es una vacuna con errata. ¿A qué hubiera sido otra cosa si llega a llamarse "Astra Séneca"? Entonces hubiera derrochado sabiduría de la escuela cordobesa y equilibrio para no producir el menor miedo entre la población. "Astrazeneca" parece Séneca con errata o falta de ortografía. Y con cosas peores. Hay quien está hecho un lío y no les llega la camisa al cuerpo, porque les pusieran la primera inyección de la "Astrazeneca", tienen menos de 60 años y ahora no saben, ni nadie se lo ha dicho, qué va a pasar con la segunda dosis que les queda. ¿Se la pondrán de otra marca, de esa Pfizer que parece la vacuna de cinco estrellas gran lujo o de cinco tenedores, y por la que nadie siente el menos temor? ¿Los dejarán sin ponerles la segunda dosis? Un lío, mucha gente que no tiene entre 60 y 65 años, sino menos, dejada en la estacada.

...Y a todo esto, las olas. Yo no creo en más olas que en las de La Caleta, que es plata quieta. Más que primera, segunda, tercera o cuarta ola creo que hemos padecido y estamos padeciendo una sola ola, un tsunami que todo lo arrasa y todos los sectores de la sanidad, de la sociedad, de la política y de la economía los está tocando, cuando no destrozando. Y mientras, Fernando Simón, el de la rebequita que no convence ya a nadie, diciendo que es "una olita"... Son subidas y bajadas, pleamares y bajamares, de la misma más que preocupante situación que todo lo ha cambiado y que no ha traído, en absoluto, aquella "nueva normalidad" que se anunció echando las campanas al vuelo. Ni es nueva ni es normalidad. No es nuevo este terror, que es el terror del milenio con 21 años de retraso; ni normalidad esto de que todo lo tenga que pagar el turismo, la hostelería y la restauración. Que le hablen de "nueva normalidad" al que ha tenido que cerrar para siempre su bar...

Hace un año, cuando en el confinamiento de los aplausos a los sanitarios en los balcones habíamos convertido en un himno del "Resistiré" de Manuel de la Calva y Carlos Toro Montoro, ni soñando pesadillas hubiéramos pensado que esto iba a durar tanto, y que íbamos a tener que cambiar el "Resistiré" por el "Como una ola" de José Luis Armenteros y Pablo Herrero que Rocío Jurado hizo inmortal.

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