ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  30 de abril  de 2021
                               
 

A la playa (hasta cierto punto)

No sé si ha sido el comité de expertos o el coro de comensales de "¡playa, playa!" que hemos escuchado y visto todos en el vídeo viral del restaurante donde se lo decían a Juanma, óptimo y máximo, cuando estaba tranquilamente con Manuela su mujer y con su familia. Pero la verdad es que, recuperada la libertad para viajar entre provincias con la atenuación de medidas de precauciòn contra el coronavirus, los andaluces de las del interior, sin costa, de Jaén, de Córdoba, de Sevilla, podremos ir a la playa en este puente del Primero de Mayo. Hasta cierto punto.

Porque para los sevillanos e incluso para muchos habitantes de la propia provincia de Huelva, lo de Almonte es una malajá. Abra usted Andalucía a las playas, ¡hala, todos a la mar!, y deje perimetrada a Almonte por aquello de las localidades con más de 500 casos de contagio por cada 100.000 habitantes. Almonte, mecachis en la mar del Flamero, tiene una tasa de 967 contagiados por cada 100.000 habitantes y queda todo su término municipal perimetrado. Y al hablar del término municipal de Almonte no sólo nos referimos al pueblo, sino a la aldea del Rocío y a la que, por entonomasia, los vecinos del pueblo llaman "la playa", o sea, Matalascañas.

Como mal de muchos es consuelo de listos, no sólo se quedan sin ir a la playa los que quieran ir a Matalascañas, sino los de intentaban echar el día en Cartaya o Barbate. Maalascañas no está sola. Tampoco se puede ir al Nuevo Portil y El Rompido en Cartaya y en Barbate a la playa urbana de El Carmen, y a las de El Chorrillo, Caños de Meca, parte de la playa de Zahara y El Retín. Una contrariedad.

Matalascañas tiene la negra. Cada vez que hay un temporal de medio qué en el invierno, ¡adiós, paseo marítimo! Se queda sin arena, con las rocas al descubierto, cada dos por tres, y los que tienen chalé o apartamento en primera línea de playa están con las carnes abiertas hasta que pueden ir a comprobar si en sus edificios la mar enfurecida ha producido daños. Y sin primera línea. Muchos dueños de apartamentos y de chalés que no han podido ir a darle una vuelta en todo este tiempo de Andalucía perimetrada en cada provincia, pensaban aprovechar este fin de semana para hacerlo, con vistas al verano, si la lavadora funciona, si no ha habido goteras, si todo está en orden. Nada, no podrán ir. Si quieren playa, tendrán que buscarse otra. Ya digo que Matalascañas, que iba a ser como un Sotogrande o una Vistahermosa junto al Coto de Doñana, ha ido cada vez a manos...y a mayor masificación de edificaciones y de veraneantes. Ya no es aquel paraíso que diseñaron los suizos inversores de "Playas del Coto de Doñana S.A." y del refinamiento del restaurante El Quijote.

Y al final, pero no lo último, la Virgen del Rocío, confinada en la parroquia de Almonte desde el comienzo de la pandemia, sin romería. Muchos pensaban entrar a rezar a la Virgen antes de seguir para la playa. Se tendrán que conformar con rezarle desde Sevilla y pedirle que todo esto pase pronto.

 

 

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