ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 9 de mayo  de 2021
                               
 

Alarma de Estado

Ofú, qué lío, por no querer una vez más aceptar sus responsabilidades el Gobierno de Sánchez (lo de "gobierno" es un decir). Ha terminado el Estado de Alerta contra la voluntad de muchas autonomías, y se ha producido inmediatamente algo que no viene en el BOE: la Alarma de Estado. Esto ahora sí va a ser una viña sin vallado, o con diecisiete vallados distintos más Ceuta y de Melilla.

Empezando por el propio calendario. La gente cree que lo que ha terminado no ha sido el Estado de Alarma, sustituido por nada, sino la pandemia del covid, y verán los escándalos de irresponsabilidad que nos quedan por ver en las semanas que se aproximan. Cuando la cifras de la catástrofe parecían encarriladas, y teníamos puestas nuestras esperanzas en los lotes de vacunas que se estaban hartando de poner, viene el fin del Estado de Alarma, ¡hala!, y que cada palo aguante su vela. Es decir, que cada autonomía haga lo que mejor le parezca. Y en vez de aquel mando único de los días duros del confinamiento, ponen de hecho a dirigir la operación contra la enfermedad y para remontar la crisis económica a los tribunales superiores de Justicia. Esto parece un número de magia: convertir al poder judicial en poder ejecutivo. No he visto caso práctico más fehaciente de la falta de separación de poderes que esto absurdo e incomprensible de que la última palabra en las medidas contra la pandemia la tengan los tribunales superiores regionales y, en última instancia, el Supremo, al que de hecho convierten en mando único. Ni expertos, ni políticos, ni especialistas en virus, aquí ponen a los jueces como árbitros de lo más conveniente para la población. A la que, además, le insisten en la responsabilidad de que no saquen los pies del plato, cuando los platos ya están rotos y aquí nadie quiere ser responsable de nada, sino divertirse. Ha sido todo como un juego de la oca incomprensible: del gobierno central la responsabilidad pasó a la cogobernanza de las autonomías. Ahora la responsabilidad es de las autonomías. Que tienen por encima a los tribunales. No, si a este paso, ya verán, las responsabilidades serán de los ayuntamientos, y los ayuntamientos dirán que se las traspasen a los alcaldes de barrio, y los alcaldes de barrio la depositarán en los presidentes de las comunidades de vecinos. El caso es quitarse el mochuelo de encima y seguir saliendo por la tele sonriente y triunfal cada vez que convenga, sin explicar el batacazo de Madrid. Ah, y viajar al extranjero, mucho Falcon. Los españoles no podremos viajar al extranjero como apestados que nos tienen, pero Sánchez sí que disfruta en cualquier cumbre europea o mundial, en Oporto o donde sea.

¿Y las vacunas? Esa es mi esperanza. Pero no la vacuna Pfizar, ni la Astrazeneca, ni la Moderna, ni Janssen, ni la Sputnik. Mi esperanza es la Vacuna Ayuso, inyectada a Madrid para levantar la economía, echar al de la coleta y dejar al PSOE de tercero. Con tanta esperanza como lo que ha dicho Felipe González: "El 4-M indica algo, no sólo en Madrid". Pues indica, entre otras cosas, que no se puede dejar a una nación hundida sin Estado de Alarma, al albur de la Alarma del Estado.

 

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