ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 18 de mayo  de 2021
                               
 

A veces veo turistas

Estábamos en una terraza con derecho a vista de la Giralda, cuando escuchamos que en otra mesa hablaban en francés. (Inciso sobre terrazas: observen que en casi todas ellas los que las llenan se toman las bebidas a pelo, cuando no a morro del botellín, sin que nadie pida una tapa. Una cosa son los restaurantes con mesas en la calle, con los veladores de toda la vida que ahora son un tesoro comercial y de reactivación económica, y otra estas mesas de copa de balón y de combinaciones de ron o de ginebra.) Escuchamos hablar francés a tres muchachas ya entradas en edad, aunque aún no puretonas, que tomaban su copa de balón a pelo, sin tapa alguna. ¿Cuánto hacía que no oíamos hablar en francés o inglés en el centro de Sevilla? Pues aproximadamente el mismo tiempo que hace que no vemos a nadie con el plano de la ciudad extendido y buscando el nombre de la calle en el azulejo de sus esquinas, misión imposible a veces en esta ciudad tan mal señalizada en los rótulos de su viario, una incógnita para el que va buscando una dirección, como los del mapa de Sevilla extendido camino del apartamento turístico o del hotel de dos estrellas.

El caso es que en la mesa cercana hablaban francés, y a alguien que se alegró y dijo que era para darle dos besos al turista que se encuentre uno como toda la vida antes del virus, le aclararon que quizá eran Erasmus, tres chicas que están haciendo un curso en la Universidad. Pero eran demasiado mayores ya para Erasmus. Eran turistas. Como para convidarlas, por las esperanzas de recuperación económica que da verlas. Como la cola del Alcázar: pasé el otro día por delante de la Puerta del León del Alcázar, el azulejo que diseñó José Gestoso, y había una cola de turistas. Nacionales o extranjeros no sé, no me acerqué a pegar la oreja para ver en qué idioma hablaban. Pero la realidad era que allí había de nuevo una cola. No es que llegara, como antaño, hasta la puerta del Patio de Banderas siguiendo la muralla por la Plaza del Triunfo y el monumento a la Purísima, pero allí estaba la cola, de veinte o treinta personas, con sus mascarillas y guardando la distancia social obligatoria. ¿Una cola o una esperanza? No es que yo quiera sentar plaza de Zapatero a estas alturas de curso, pero me parece intuir que comienzan a verse "brotes verdes" en la recuperación de Sevilla como destino turístico, de remonte económico de nuestra primera industria. Y pensar que hubo un tiempo en que nos lamentábamos de tanto turista y tanto velador y tanto parque temático en el barrio de Santa Cruz y ahora nos da alegría cuando pasamos por allí y vemos que han vuelto a abrir muchos locales que estaban cerrados, y que aquello no es ya un desierto, vacío como la boca del lobo... O será que estoy loco, deseandito que acabe la crisis económica. Como que estoy por irme a la consulta de don Arturo Sanmartín y decirle:

-- Doctor, a veces veo turistas por Sevilla, y colas en el Alcázar, y tiendas que abren en Sierpes y en Tetuán, y hoteles que dicen que tienen reservas para ir tirando y superando la crisis...

 

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