ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 27 de mayo  de 2021
                               
 

Joaquín

Otro andaluz más que es conocido con su solo nombre de pila, sin necesidad de apellido, que quizá la gente ni lo sabe. En todo caso, "Joaquín el del Betis". Pocos saben que es Sánchez y del Puerto de Santa María. Total, de la misma gracia que Sevilla y que toda Andalucía la Baja. He dicho "Joaquín el del Betis" y pienso que más bien es al revés: "El Betis de Joaquín". A lo largo de la historia del Glorioso, pocos jugadores ha habido que hayan representado tan certeramente el espíritu del club. Hasta tal punto Joaquín es consustancial con la esencia del Betis que nos parece la barra número 14 del escudo. Como en el epitafio de San Fernando, que saben que era bético, podríamos decir de Joaquín, sin castellano antiguo: "El que más partido ha jugado, el que más goles ha marcado, el que más décadas distintas, en dos siglos, ha representado el ser y la esencia de las trece barras".

Joaquín ha renovado por el Betis hasta el 2022, cuando va a cumplir 40 tacos. De los 90 del XX a los 20 del XXI, ha sido con su risa, con su humor, con su gracia, tal símbolo del Betis que estoy por decirlo al revés, para que se me entienda: "El Betis ha renovado por Joaquín". Se ha asegurado muchas más tardes de gracia y de gloria, de genialidad, del espíritu de superación que caracteriza a nuestro club. Del mismo modo que Bécquer tenía "alegre la tristeza y triste el vino", el Betis tiene "grandeza en la derrota y arte en la victoria". Joaquín es del Puerto de Santa María. De Cádiz. Reúne, por tanto, las dos partes del mundo en que con la lírica de Estrabón lo dividió Fernando Villalón, que seguro que tenía que ser del Betis, como Ignacio Sánchez Mejías. Porque el arte va siempre para el mismo lado, y a Joaquín le sobra. Una historia de gracia no lo es hasta que la cuenta Joaquín, que tiene un elevador de ánimos para el vestuario. Joaquín tiene dentro tal alegría, alegría de Cádiz, de la Bahía, que le levanta el ánimo a la afición nada más verlo aparecer en el campo en una sustitución en un partido que se ha puesto cuesta arriba, como tantos se le ponen al Betis; si no, no sería el Betis.

Joaquín ha pasado por muchos clubes, por el Valencia, por el Málaga, por la Florentina, un club italiano que tiene nombre de antigua heladería de la calle Zaragoza, la que hacía helados de pestiños y de torrijas. Y ha pasado por el Albacete. Lo del Albacete es de arte. Hubo un presidente que se teñía el pelo con kanfort de los zapatos que como venganza contra el despegue de fama de Joaquín, en su ego y su mala baba lo mandó cedido al Albacete, y le ordenó presentarse allí. Y allá que fue, resignado, Joaquín, que habría que oír esa boquita diciendo cosas con gracia sobre Albacete, del navajazo de Albacete que le habían dado. Se presentó en una notaría, dio fe pública de que cumplía su exilio manchego y se fue por fin al Valencia. ¿Qué hacía Joaquín en Valencia o en Albacete? Nada. Por eso volvió donde debía, a su Betis de su alma...y de la nuestra. Con cuarenta años, puretón, ahí sigue haciendo grandeza, en su gracia, en su arte, en su Betis. Cuarenta años no es nada si se llaman Joaquín.

 

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