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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  10 de junio  de 2021
                               
 

Y dale con la tirolina

Quizá más todavía que a San Fernando, Alfonso XIII fue probablemente el Rey de España a quien más le gustaba Sevilla, donde pasaba grandes temporadas, entre ellas la Semana Santa o la Feria, y ahí tienen la colección de fotos presidiendo el paso de las cofradías en los palcos de la Plaza. Impulsor de la Exposición Iberoamericana de 1929 y de la expansión de la ciudad, hay una historia legendaria sobre su amor por Sevilla completamente cierta. Aquel guarda del Parque, cuando en el Parque había guardias y uniformados con traje corto, sombrero de ala ancha y botos, que lo multó por cortar una rosa de los jardines. Y hay otra historia legendaria que quizá no sea cierta, pero que merecería serlo. Y era que le presentaban ciertos proyectos sevillanos sobre unos planos, y le explicaron:

-- Y aquí, Majestad, tenemos proyectado hacer un rascacielos.

A lo que Don Alfonso, borboneando, dicen que respondió con una frase que merecería ser cierta:

--¿Un rascacielos? ¿Para qué? Al cielo de Sevilla no le pica nada para que le rasquen.

He recordado la historia alfonsina con la perra que algunos han cogido con la tirolina sobre el río. La proyectada desde la Torre Pelli a la del Oro por una empresa británica parece que no cuenta, menos mal, con las bendiciones municipales, y explicados sus detalles, puede ser más horrorosa de lo que se piensa, pues han de ponerse pilares sobre el río para la sostener la catenaria del cableado sobre el que se deslizará la cabina, o el asiento, o la barbaridad que tengan pensada. Y además, Urbanismo sólo daría permiso para que la dichosa tirolina funcionara en determinadas fechas y a ciertas horas.

Pero no contentos con esa tirolina, nos enteramos que hay otra en proyecto, más modestita y con menos pretensiones, que iría desde la Torre Schindler hasta la Plaza de Armas, atravesando el río por Chapina, vamos, como el antiguo Puente de Tablas de las fotos del Archivo Serrano. Tirolina que suena una barbaridad a Isla Mágica o a Calle del Infierno, y que parece equivocada de sitio, y que cuenta al parecer con la aprobación municipal.

Pero la cuestión no es tal o cual proyecto de tirolina, si la larga y costosa desde la Torre Pelli a la modestita de la Torre Schindler, ambas con bastante de atracción ferial. La cuestión es lo que decía Don Alfonso XIII sobre los rascacielos en Sevilla. Al río de Sevilla no le hace falta ninguna tirolina para que rompa su paisaje único, lo mires desde donde lo mires, desde Tablada o desde Chapina, con esa espalda de la calle Castilla que parece un cuadro cubista de Juan Gris. Lo que hace falta es que empiecen pronto a circular los autobuses colorados de los Ybarra, los de City Sighseeng. Eso es lo único que necesita la Torre del Oro: un autobús turístico colorado de dos pisos en su parada, diciéndonos que la pandemia ha terminado, la economía se ha recuperado y que el turismo vuelve ser el motor del PIB y del empleo en Sevilla.

 

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