ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  8 de julio  de 2021
                               
 

Calles para alcaldes

El alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín ya tiene su plaza en Sevilla. En un sitio que le pega poco. Se la han puesto junto a la Torre Pelli (vulgo Torre Sevilla), cuando le pegaba muchísimo más que se la hubieran dedicado en su gran obra, tan faraónica y costosa como superflua: en las Setas. Es más: en las Setas, con todo su golpe de modernidad y progreso, pasadas las escalinatas que se han convertido en un manifestódromo, han puesto en azulejos de los clásicos del callejero de Sevilla, sin que le pegue por su contraste estético, "Plaza Mayor". Cuando Sevilla no ha tenido ni tiene nunca Plaza Mayor; eso suena a Castilla...o a pueblo. Ahí es donde tenían que haberle puesto la plaza a Monteseirín, junto a su obra magna, que veremos cuándo terminamos de pagar. Hombre, porque ponerle al tranvía "Tranvía Monteseirín", que también le pegaba bastante, no era cosa...

Antes la costumbre era no dedicarle una calle a un alcalde hasta después de que estuviera criando malvas y no precisamente malvas hermosísimos del atardecer en el Puente de Triana. La costumbre eran las calles y plazas a los alcaldes "post mortem". Lo cual tenía un peligro: que los siguientes ayuntamientos que viniesen, si eran de signo político distinto, se las quitaran. Hasta ahora han tenido suerte dos alcaldes del Régimen anterior, puestos a dedo por Franco, que tienen sendos espacios dedicados. El alcalde Juan Fernández, que tiene una avenida por El Juncal, y el alcalde Marqués del Contadero, que tiene dedicados los bajos del muelle junto a la Torre del Oro, que tampoco es mal sitio. Milagrosamente, ambos se han salvado de la Memoria Histórica, y esperemos que a nadie se le ocurra quitarles tales nombres.

De los alcaldes de la democracia, fuimos por orden. Primero le dedicamos la glorieta de Heliópolis, la del Bar Parada, al alcalde que hizo la Transición: a Fernando de Parias Merry. Luego, al primer alcalde de la democracia, al bueno de Luis Uruñuela, se le dedicó una larga avenida junto al Palacio de Congresos. Y más tarde, a Manuel del Valle, que tiene la avenida yo creo que más larga de toda Sevilla y que llega desde la Carretera de Carmona hasta San Lázaro. Ah, y Soledad Becerril también tiene su glorieta, junto al América Palace y al derribo del Equipo Quirúrgico.

Como se ve, corren distinta suerte los alcaldes salientes con la importancia de las calles que les dedican. No es lo mismo la glorieta de Soledad Becerril, que yo creo que los sevillanos no saben ni que existe, que la avenidísima del alcalde Manuel del Valle. Ah, y hay un alcalde de la democracia gracias a Dios vivo y entre nosotros, Alejandro Rojas Marcos, que no tiene calle. No porque alguien se haya opuesto, sino porque él no ha querido. Hace bien, creo yo. Así se evita que un gracioso, solo o en compañía de otros graciosos, diga un día que hay que quitarle la calle por esto o por lo otro. O que no haya que ponérsela, que se espere a que se muera, como les han dicho a los agradadores de Juan Ignacio Zoido que querían que le pusieran su calle de alcalde de reglamento.

 

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