ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 8 de septiembre  de 2021
                               
 

Bajar la guardia

La pandemia está dando origen a unas como variantes dialectales de dos lenguas muy de nuestra hora: el Politiqués y el Tertulianés. Todo el mundo domina a la perfección estas variantes. Todo el mundo se conoce las marcas de las vacunas contra el virus como si fueran boticarios. Incluso los negacionistas que pregonan sus peligros, sin necesidad de la coletilla de los anuncios televisivos de medicamentos: "Pregunte a su farmacéutico". No tenemos que preguntar al farmacéutico para dar clases de coronavirus. Pregúntenme lo que quieran del PCR, de antígenos, de anticuerpos, de serología, de presión hospitalaria, de porcentajes de las UCI o de contagios por 10.000 habitantes. Nos lo sabemos todo. O creemos saberlo.

Y está cada día más en circulación una locución de esta variante del que podríamos llamar Coronavirés que todo el mundo pronuncia y recomienda: "Bajar la guardia". "No se puede bajar la guardia", te dicen cuando los datos de los contagios son esperanzadores, han pegado un descenso importante y se han suavizado las restricciones. Y hasta lo recomendaban cuando insensatamente el Gobierno, en sus dudas, avances y retrocesos, dijo que ya no eran necesarias las mascarillas que al principio declaró inútiles el Tío de la Rebequita. ¿Por cierto? ¿Qué ha sido del Tío de la Rebequita, que hace tiempo que no nos dice lo bien o lo mal que estamos, ni sale por televisión, ni interrumpen la emisión para que imparta su doctrina? ¿A que vamos a tener que llevarlo al "Sálvame Deluxe" para que volvamos a verlo en todo el esplendor y gloria de su arte de decir hoy una cosa y mañana justamente la contraria?

Pero íbamos por "bajar la guardia". Todos te dicen que por bien que aparentemente vayan las cosas, "no se puede bajar la guardia". Me suena a frase directamente importada del Tertulianés al Coronavirés, un préstamo lingüístico. Y a mí, la verdad, eso de "no bajar la guardia", más que a precauciones contra el virus y a estricta observancia de las recomendaciones sanitarias y políticas, me suena a boxeo. Me gustaría preguntárselo a José Luis Garci en su "Campo del Gas" de la Cope. Pero eso de bajar la guardia, ¿no era lo que no debían hacer de ninguna de las maneras los boxeadores al borde del k.o., a los que le estaban dando la del tigre precisamente por bajarla y dejarse dar más palos que a una estera?

Más que recomendar no bajar la guardia, cosa que no todo el mundo cumple, lo que deberían hacer los gobiernos central, autonómicos y locales es mandar más guardias para que nadie baje la ídem, se ponga la mascarilla y guarde las distancias. ¿Cómo se compagina la recomendación de no bajar la guardia con esos crecientes botellones nocturnos y asilvestrados donde reciben a botellazos y pedradas precisamente a los guardias, o sea, a los policías nacionales, autonómicos o locales que pretenden disolverlos? Todo me recuerda lo del embajador inglés y los manifestantes por Gibraltar Español: "Aparte de no bajar la guardia, mejor que me mande usted más guardias para impedir los botellones".

 

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