ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 18 de septiembre  de 2021
                               
 

"¡A la gloria, sevillanos!"

Pues con las cofradieras medidas de levantamiento de las restricciones contra la pandemia tomadas por la Junta, por el Ayuntamiento y (no hay que olvidarlo) por el Arzobispado, parece que se han hecho verdad las memorables palabras de Carlos Herrera en su antológico pregón de la Semana Santa: "¡A la gloria, sevillanos!". Los sevillanos están en la gloria con todo lo que se ha anunciado en los últimos días: que habrá de nuevo procesiones en la calle. Ni indicadores de incidencias sobre 100.000 habitantes, ni presión hospitalaria, ni número de contagios, ni cuarta ola, ni quinta, ni nada: ¡Procesiones en la calle! Si es por efecto psicológico, quienes lo han decidido conocen bien a los sevillanos. Nadie comenta que en los teatros, cines y salas de espectáculos el aforo pueda llegar al cien por cien, ni las ampliaciones de espectadores posibles en los tantos meses vacíos estadios de fútbol. Como aquí somos como somos, lo que se comenta es que esta tarde hay toros en el Arenal con Morante, Roca Rey y Aguado, y que va a haber de nuevo pasos en la calle con costaleros y música. Eso sí que es "nueva normalidad". No hay aquí mayor nueva normalidad que el retorno a lo tradicional.

Ah, y procesiones no de cualquier manera, experimentos con pasos de ruedas o con esa llamada "carroza de Corpus" con que sacaron a una imagen a la calle en Jerez. Las procesiones serán como Dios manda: con costaleros y con bandas. Escucharemos de nuevo tambores y cornetas por las calles, después de tantísimos meses de tristes y angustiados de trompetas del Apocalipsis. Para el sevillano, ver costaleros otra vez por las calles y escuchar "Estrella Sublime" o "Coronación de la Macarena" será la mejor seña de normalidad. O sea, que nos han dado en todo el bebe. Quien lo haya decidido, se ha apuntado un buen tanto de cara al público ansioso de vuelta a lo nuestro de siempre. La gente se ha olvidado de golpe del coronavirus y nadie te dice ahora el tópico de "bajar la guardia".

Y por si faltara algo, el Señor. No hay que decir qué Señor. El que todo lo puede, cuya hermandad ha anunciado que, aunque un poco más tarde de lo previsto, el Gran Poder irá a llevar consuelo y misericordia a la Sevilla más vulnerable, donde están los barrios más pobres de España. La gente que no se lo cree que pueda verse de nuevo al Gran Poder en la calle. El, con su potestad e imperio, sí que cuida por todos nosotros, sí que nunca baja la guardia de su divina protección.

Y pregones. El Pregón de la Glorias que tiene la escritora Rosa G. Perea guardado en sus pastas a los pies de su Virgen de los Reyes de los Sastres desde hace dos primaveras será pronunciado en la Catedral, en un florido mayo anticipado. ¿Quién habla de riesgo, de aglomeraciones, de restricciones? ¿Quién de no bajar la guardia? El sevillano está engloriado con todo lo que le anuncian. Y es natural. Claro, si nos hemos vacunado tantos y ya casi tenemos "protección de rebaño", lo más natural es que salga la Divina Pastora de Santa Marina con paso, música y costaleros.

 

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