ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  9 de octubre  de 2021
                               
 

Oleaje en la calle de la Mar

Aquel antañón anuncio que se puso de moda cuando empezó en serio la lucha contra los incendios forestales decía: "Cuando un monte se quema, algo suyo se quema". Algo así podemos los sevillanos decir sobre los hoteles: cuando un hotel se cierra, una parte de la ciudad queda clausurada. Por eso me daba pena en los peores días del confinamiento y los estragos de la pandemia pasar por la calle de la Mar (vulgo García de Vinuesa) y ver cerrado el antiguo Hotel Simón, el del barrio de toda la vida, y que aunque daba en su parte posterior a Bayona (vulgo Federico Sánchez Bedoya), no tenía a esa calle ni puerta ni postigo, sólo las ventanas de las habitaciones de la planta baja, por las que los satirones se ponían a fisgar para ver si veían a alguna señora desnuda.

Los hoteles que cerraron y que dejaron a Sevilla más triste y sola que la canción de Fonseca de la tuna vuelven a abrir, lo cual es una señal más que patente de la reactivación económica y de que esta tormenta de la crisis va para Carmona... o calmona, que nunca sabemos cómo se dice. Ha vuelto a abrir, tras la crisis, el Hotel Simón, más que centenario, el segundo más antiguo de Sevilla. El más veterano es el Inglaterra, que abrió en 1857 como "Fonda de Inglaterra" en la Plaza Nueva y por el que pasaron los más ilustres personajes de la Historia, hasta Verdi o Santa Purísima de la Cruz estuvieron allí alojados, por no hablar de reyes y príncipes. Y el segundo en antigüedad es el Hotel Simón, que abrió en 1910. No en el emplazamiento actual de García de Vinuesa, sino en la calle Tetuán esquina a Rioja (donde hoy está Massimo Dutti), hasta que en 1935 se trasladó a su actual edificio, el que tanta pena daba verlo cerrado en los días chungos de la crisis, en ese Triángulo de las Bermudas del buen vino y el tapeo de las también centenarias Casa Morales y Bodega Salazar. A decir verdad, en esta Sevilla de tantos hoteles entonces y ahora, el Arenal estaba mal despachadito, sólo con el Simón y la pensión El León de Oro al final de la calle Jimios. Lo suplía con creces el Simón, siempre de ambiente familiar, abierto en una vieja casa del siglo XVIII, con un patio con "una fuente enmedio con un surtidor" y un precioso busto de muchacha, en el que apenas se ha tocado nada, y no como tantos nuevos hoteles que han transformado en Estilo Ikea. Su director, Darío Hervás, ha explicado que «se ha querido mantener en sus espacios el sabor de casa antigua, de hospedaje clásico, que impregna todas las estancias». Entre los huéspedes del Simón (que me parece que tenía uno homónimo en Córdoba) estuvieron Camarón, Tomatito o Manolete, de cuya estancia se guarda una factura. Y, sobre todo, durmió allí Queipo de Llano cuando vino a Sevilla a sublevar a la guarnición contra el Gobierno del Frente Popular republicano. Dicen que con su compañero del Arma de Caballería, Don Hermógenes, despierto a los pies de la cama con la pistola montada. Pero no divulguen esto de Queipo de Llano en la pernoctación del 17 de julio de 1936, que capaces son clausurar el felizmente reabierto Hotel Simón, por aquello de la Memoria Democrática. Bienvenido, pues, el viejo Hotel Simón del barrio, una ola de esperanza de reactivación económica en la calle de la Mar.

 

 

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 
 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio