ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  24 de octubre  de 2021
                               
 

Abertzales

Pues hará diez años que dicen que la ETA abandonó las armas, pero esas armas no se han entregado, y yo me sigo acordado de aquella fría madrugada en que sonaron sus disparos junto a los muros del Palacio Arzobispal de Sevilla y cayeron dos inocentes, Alberto y Ascen, como antes habían asesinado a tantas víctimas inocentes de las que ahora nadie se acuerda y a las que el "hombre de paz" Otegui no les pide perdón, sino que dice que se les fue la mano en el tiempo. Nos han convencido de que la ETA ya no existe, sólo sus herederos. Que no sólo ocupan puestos institucionales en la democracia del que ellos llaman "Estado opresor", sino que hasta dependen de sus votos parlamentarios los presupuestos del Estado que quieren destruir y del que se quieren separar. La ETA no ha perdido nada. No fue derrotada por el Partido de Sánchez, como se ha vanagloriado en el Congreso de Valencia, donde ha hecho arder la falla de la socialdemocracia para deslumbrar a la gente y buscarse el voto del centro. La ETA fue derrotada, que lo dudo, por la sociedad toda, y a la cabeza por la Justicia, la Guardia Civil y la Policía Nacional. Pero cuando cínicamente hasta el "hombre de paz" lanza su aritmética de trueque de cincuenta asesinos presos y condenados a la calle por cada voto a los Presupuestos del Estado y a la permanencia en el poder de Sánchez, señal que aquí la ETA sigue haciendo lo de siempre. Y ganando. Y lo dice uno a quien el Comando Andalucía quiso quitar del tabaco en aquellos años de plomo en que te señalaban como objetivo si eras un libre periodista objetivo. Volviendo al triste recuerdo de aquella madrugada, la ETA no ha pedido perdón a los huérfanos de Alberto y Ascen, como nos recuerda valientemente Teresa Jiménez Becerril, su tía. La ETA no entregó nunca las armas. Hubo un paripé en el patio de un cuartel de la Guardia Civil, en que una apisonadora aplastó vaya usted a saber qué pistolas y armas, a lo mejor eran de juguete, excedente de los Reyes Magos. Ahora la ETA, en los que la siguen perpetuando con el mote de Bildu, se esfuerza en presentarse como parte del sistema en el que durante tantos años sembraron el asesinato, el secuestro, la extorsión, en el que tantos tuvieron que irse de su propia tierra y trataban a los guardias civiles y a los policías como "chacurras" apestados.

Han ganado una guerra en la que hemos perdido todos. La ETA ha ganado la guerra del lenguaje. Los constitucionalistas y los defensores de la libertad, sin quererlo, se han dejado vencer por su mensaje y adoptado su lenguaje. La ETA no habrá perdido nada mientras sigamos hablando de "la izquierda abertzale", así, en vascuence. ¿Usted sabía que han conseguido que "abertzale" esté en el DRAE como sinónimo de "patriota"? ¿Qué pasa, que los socialistas vascos son menos patriotas como para que los asesinos de los años de plomo se sigan arrogando la palabra en exclusiva? Los que sufrieron la muerte y el terror de la ETA se alegran de que haya terminado su "lucha armada". Que ya no haya "comandos" ni "cúpula militar". Todo su lenguaje. En resumen: que la ETA no sólo ha ganado la batalla de las instituciones en las que ahora está, sino la del lenguaje, que hasta los patriotas españoles han adoptado el de estos asesinos del "doscientos presos por cuatro votos".

 

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