ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 6 de noviembre  de 2021
                               
 

El Señor de todas las Sevillas

La misión evangelizadora de la presencia de la imagen del Gran Poder "en persona", no en la estampa de un cuadro ni en un retablo de cerámica en un balcón, en las parroquias de los Tres Barrios, frutos espirituales al margen, ha servido sociológicamente para quitar el estigma a esa Sevilla del mayor paro, de la droga, de la marginación, de la exclusiòn social, como gueto ignorado y olvidado, con muy mala fama en toda la ciudad. La presencia del Gran Poder les ha servido a esos Tres Barrios y a Amate su condición de antiguas viviendas de honestos y honrados obreros, trabajadores en las factorías cercanas de la Sevilla industrial, como Hytasa o la Fábrica de Contadores. Tras la muerte de aquellos primeros vecinos, los pisos de esas barriadas se depreciaron y pasaron a otras manos, a otros grupos sociales, cuando no a la inmigración sin papeles, y fueron desde entonces una Sevilla no integrada en la ciudad, un territorio prohibido. Los viejos vecinos de las familias que fueron las primeras pobladoras de estos barrios, entonces modélicos en la construcción de viviendas oficiales, gracias a la presencia del Señor del Gran Poder han reivindicado la honestidad y la dignidad de esa vieja Sevilla obrera. Yendo a estos territorios prohibidos de estas barriadas malditas, donde se han cebado la droga y el paro, cuando no la peligrosidad social y la inseguridad ciudadana, la presencia del Señor ha sido un aldabonazo en la conciencia de Sevilla sobre el cambio de esos antiguos pisos de obreros, cambio que bien merecería un estudio sociológico y una solución de integración y regeneración que los políticos no acaban de hallar.

Sevilla es mucha Sevilla y también son muchas Sevilla distintas y una sola ciudad verdadera. Con verdades con las que a veces no quiere enfrentarse, como es el caso de esta parte de Sevilla al borde de la exclusión social que precisamente ha sido la visita por el Señor. Por eso yo diría que tras la misión evangelizadora en los Tres Barrios, el Gran Poder, el Señor de Sevilla, es el Señor de todas las Sevillas, "visibilium omnium et invisibilium", como proclamaba nuestra fe en el Credo en latín.

De Los Pajaritos a la Avenida en su procesión de regreso a la basílica esta tarde, es un símbolo visual del Señorío de esta imagen cuya hermandad ha querido celebrar así los 400 años de su hechura por Juan de Mesa. Esa ha sido la palabra utilizada: hechura. Más sevillana no puede ser si aspiramos la hache inicial: jechura. ¡Qué buenas jechuras tiene el Gran Poder, sea donde fuere de cualquiera de las Sevillas sobre las que asienta su señorío! Su divina y humanísima zancada ha recorrido esa Sevilla y ha permitido que lo vean y le recen quienes nunca se emocionaron con su presencia en la Madrugada, o en cualquier viernes del año en las visitas a su basílica de San Lorenzo. Todas sus Sevillas son el Gran Poder por Eduardo Dato, por el puente de los Bomberos, por la calle Tetuán, por las Lumbreras, por la calle San Vicente, por la Sevilla de Bécquer y de Rafael Montesinos. Que en su poema inmortal nos recuerda que esta vez el Señor de todas las Sevillas ha elegido el camino más largo para herirnos.

 

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