ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  5 de enero  de 2022
                               
 

Lenguaje tabernario

A este paso, hasta el presidente de la comunidad de vecinos nos va a dar su mensaje de Navidad y Año Nuevo. Si ya habló el Rey, aunque este año fuese rodeado de muebles Ikea en una estética de hoteles NH, ¿a qué viene que cada presidente de autonomía, cada año, nos venga con su mensaje? Aunque en el presente ha habido una curiosa novedad, de la que podemos sacar muchas enseñanzas. El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla, ha dado su mensaje de Año Nuevo desde una taberna. Sí, tal como suena. Desde la barra de una taberna en la que me imagino que no estaría prohibido servir nada según el protocolo Covid. Una taberna de Granada. La Taberna Granados, situada en la Carrera de la Virgen, ilustre y antigua, que en este 2022 cumplirá un siglo, y donde cuentan que iban a tapear García Lorca o Falla. Hombre, si era por antigüedad de la taberna, podía haber hablado en El Rinconcillo de Sevilla, que abrió sus puertas en 1670, reinando Carlos II, y donde cuentan que Murillo iba a tomarse su coronel de tinto y su pavía de bacalao. Pero se trataba de un homenaje a Granada, la primera ciudad andaluza que en el primer estado de alarma por la pandemia sufrió en la Fiel Hostelería los efectos del cierre y de la pérdida económica consiguiente. Gran institución española la taberna, que tiene el nombre directamente romano, sin pasar por las glosas emilianenses, foro de diálogo y amistad, como centros cívicos, y que abundaban tanto que se hizo famosa la copla que no ofende a los de la quinteriana ciudad aludida: "Utrera, ciudad bravía,/que entre antiguas y modernas/cuenta cincuenta tabernas/y ninguna librería".

La taberna, pues, ha sido reivindicada con el escenario del mensaje del presidente andaluz. Y pensaba oyendo sus palabras que ha desaparecido el que por "bajo, grosero y vil", como lo define el DRAE, llamaban "lenguaje tabernario". Ya en las tabernas no hacen falta los clásicos letreros de "Se prohibe el cante" o "Prohibido escupir en el suelo". Ni se habla en ellas un lenguaje soez. En las tabernas no se blasfema, ni se dicen palabrotas, todo es siempre como cuando Juanma está en la Taberna Granados dando su mensaje, ese lenguaje. Donde hay que buscar ahora el lenguaje tabernario es en el Congreso de los Diputados. Ha habido una depauperación de la cortesía parlamentaria, de la educación de los oradores. Brillaba el lenguaje parlamentario por su ingenio al insultar sin ofender y sin utilizar palabras malsonantes. Esas palabras soeces se pronuncian ahora desde la tribuna de oradores o desde los escaños en los turnos de réplica. No creo que ni cuando Camilo José Cela fue nombrado senador real se oyera la palabra "coño" en la Cámara Alta, voz que ahora suena en el Congreso como lo más normal, en esa falta de ingenio en el ataque al adversario, para el que se recurre al lenguaje tabernario, no al ingenio. Como cada vez se oye menos el tratamiento de "señoría" y el uso respetuoso de la tercera persona: "Su señoría sabe que..." Nada, ¡todos en la Taberna de los Leones de la Carrera de San Jerónimo, abierta en el reinado de Isabel II!

 

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