ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  18 de enero  de 2022
                               
 

Salvadores y destructores

Se dice ahora y no se cree. Pero hubo un tiempo en que querían demoler el Puente de Triana. Y no crean que fue en el siglo XIX, en aquel afán entre higienista y modernizador que derribó murallas y puertas, dejando sólo en pie el Arco de la Macarena y el Postigo del Aceite. Al Puente de Triana lo quisieron demoler ayer por la mañana, como quien dice, en plena democracia ya, en 1977. ¿Nos imaginamos lo que hubiera sido Triana sin su puente? Pues aquello les pareció a muchos lo más normal, y cerrado a la circulación estuvo mucho tiempo, por riesgo de colapso. Hasta que un joven ingeniero le echó ánimo, valor, imaginación y técnica y logró que el puente se conservara con igual frescura que aquella sevillana de mediados del XIX: "Por el Puente Triana/pasa la Reina..." Se trataba de un complicado problema técnico, de carga del tablero primitivo, que el ingeniero no sólo resolvió, sino que convenció a las autoridades de Obras Públicas para que se adoptara aquella fórmula y el Puente de Triana no pasara, como las murallas y las puertas, al olvido de las fotos sepia.

Aquel joven ingeniero trabajaba en la Delegación Territorial de Obras Públicas y cuidó como a la niña de sus ojos a los del puente que querían demoler y sustituir, ¿qué sé yo?, por otro sin alma de la Cava. Aquel joven ingeniero, Manuel Ríos Pérez, ha recibido ahora el agradecimiento de Sevilla que desde aquí pedimos en su día, y el Ayuntamiento ha rotulado con su nombre una plaza en los antiguos terrenos del Capote, a la vera de puente cuya salvación supuso un hito en su vida profesional y en la vida sentimental de Triana. "Ingeniero Manuel Ríos" se llama la plaza, rotulada con toda justicia a modo de homenaje perpetuo para quien consiguió que Triana no se quedara sin su puente, que son sus ojos.

Contrasta el caso de Triana con el del Arenal. Triana le dedica una plaza a quien salvó su puente y Sevilla en su momento le dedicó una calle a quien derribó gran parte de sus puertas y murallas. En Sevilla tienen calle no sólo los salvadores del alma de la ciudad, sino sus destructores. Por eso la Calle de la Mar, nombre precioso que suena a América, fue rotulada como García de Vinuesa, el alcalde que derribó precisamente la Puerta del Arenal en la que dicha vía lleva. No habría ni calles ni plazas suficientes para perpetuar, pero como todo lo contrario de Ríos, como ignominia, el nombre de todos los destructores de Sevilla. Se me ocurre que igual que honramos a Manuel Ríos por su salvación del Puente de Triana deberíamos poner rótulos de escarnio y repudio a los que se cargaron a Sevilla, en el lugar de sus fechorías. Pero con su nombre y apellidos, para que siempre se recuerde el mal que nos hicieron. Propondría que en la Plaza del Duque se recordara el nombre del alcalde que autorizó sus derribos. Y sin ir tan lejos en el tiempo, urge que pongamos en La Palmera un rótulo con el nombre y apellido del que se la ha cargado, y otro rótulo igual en la Plaza de la Magdalena, y otro en la Puerta Jerez, y otro en deforestada Avenida de la Constitución, y uno en cada "plaza dura" de la ciudad.

 

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