ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 23 de febrero  de 2022
                               
 

El Mienmano

No sé cómo en este lamentable e inexplicable fregado de tiros en los pies del PP, en el que nos podemos quedar sin candidatos y hasta sin partido, no se le ha ocurrido a nadie explicar que todo se debe a la institución del hermano. O sea, Mienmano. Institución españolísima donde las haya, que llena la cultura, de la pintura a la poesía, tan española como la Fiesta de los Toros, el pasodoble y el gazpacho, o eso tan nuestro de silbar y abuchear el himno nacional cuando suena al comienzo de un espectáculo deportivo, hecho que sólo ocurre en nuestra nación y sería impensable en cualquier otro país civilizado. El hermano como figura llena la cultura española, como digo: de los Hermanos Machado a los Hermanos Bécquer, pasando por los Hermanos Alvarez Quintero, los hermanos Rivera Ordóñez, las hermanas Campos, los hermanos Peralta. No hay campo de actividad patria pasado o presente donde no te encuentres a un hermano más famoso que el suyo, o viceversa. Hasta Franco tenía un hermano, aparte de un Cuñadísimo, que eso era ya dosis de caballo, doble ración.

Pero institución tan española como el hermano suele traer graves problemas a la Patria. No hablo ya de casos históricamente famosos como el de Alfonso Guerra, que hizo popular a su hermano, al ponerle un despacho para convidar a café a la gente, no sé si de cápsulas con máquina propia o encargándolo al bar de la esquina, eso tan nuestro de: "Niño, llégate por dos cafés". Juan Guerra hizo famosa en la edad contemporánea la institución españolísima de Mienmano, que poco menos que le costó la fulgurante carrera, el poder y la gloria. Y ahora, Mienmano vuelve a estar de actualidad, aunque, como señalo, nadie lo haya advertido. Es Tomás, el hermano de Isabel Díaz Ayuso. Ha ocurrido con el Mienmano de Ayuso lo que suele en estas ocasiones: que no sabemos de su existencia hasta que surge una bacalá, habitualmente relacionada con el tráfico de influencias o las comisiones, y no obreras preciosamente. Nadie sabía que Isabel Díaz Ayuso tenía un hermano. ¡Qué calladito se lo tenía! ¡Y qué hermano más listo, capaz de sacar leche de una alcuza y mascarillas de los chinos cuando nadie podía encontrarlas!

Los políticos, cuando llegan a un cargo público para el que han sido elegidos, suelen hacer por ley declaración de bienes. Pero hasta ahora no se les exige que hagan constar al hermano como uno de sus bienes más preciados, y a los hechos me remito. Los portales de transparencia debían traer a todos los hermanos de los políticos, para saber a qué atenernos, con sus oficios, profesiones y aficiones, sobre todo si es la de meter la mano en el cajón de Mienmano. Pero tengo otra solución mejor todavía. Que hagamos una enmienda constitucional, pero de verdad, no de las que se anuncian y no se llevan a cabo, para que todos los cargos públicos hayan de ser hijos únicos. Verán cómo así acabamos con la institución española del Mienmano y los males irreparables que suelen traer a los partidos.

 

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