ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  30 de marzo  de 2022
                               
 

Fin de época en la Plaza Nueva

Dijimos que la Plaza Nueva fue el centro de una Sevilla provinciana que ya no existe. Hasta una gasolinera con un solo poste de surtidor había en la esquina de la Telefónica, en cuya acera paraban los coches llamados "de gran turismo", lujosos autos con conductor. La Plaza Nueva era en gran parte un centro de conoxiones de transportes públicos, "internodal" diríamos ahora, donde estaban muchas paradas terminales de los autobuses, en un centro con la Avenida y la calle Tetuán peatonales, en una ciudad con otro ritmo de vida, Y era también, como evoqué, "milla de oro" del comercio de lujo, donde se establecieron lujosas tiendas, de las que ya no va a quedar, ay, más que Loewe.

Allí, hace 65 años, se trasladó el sastre O´Kean y abrió sastrería y camisería, pues venía de la calle Fernández y González, donde solamente tenía el taller, sin tienda, para el que llegaron a trabajar cien personas. Sí, como hijo del gremio recuerdo perfectamente aquellos tiempos de la hispalense sastrería, en que no vendían ni se compraba ropa de caballero confeccionada, sino que todo el mundo vestía a medida. Había multitud de sastres por Sevilla y por Triana, cuyo establecimiento consistía solamente en la sala de recibir a los clientes, con las piezas de tela, y el probador. Y si acaso, el taller. Pero un taller que no se ocupaba de todos los trabajos. Había oficios conexos a los que los sastres entregaban, a su vez, la confección de las prendas que hacían. Había señoras que trabajaban en su casa para los sastres, específicamente en dos prendas complementarias de los ternos: las chalequeras y las pantaloneras. Especializadas en hacer solamente esta pàrte del traje de caballero. Hasta cien personas, entre las oficiales y aprendizas de su taller y las chalequeras y pantaloneras de la calle llegó dar trabajo el viejo O´Kean, segundo en una saga de sastres que ya llega a la cuarta generación con Francisco O´Kean cuando, cierra su sastrería de la Plaza Nueva, tan inglesa, con sus prendas tan elegantes y clásicas en el escaparate, donde lo mismo encontrabas la confección de calidad que la medida de artesanía, con los primores del jaboncillo, el alfiletero, la tijera, las primeras y segundas pruebas y el amarillo metro al cuello como un Toisón de Oro.

Los viejos comerciantes saben de sociología de la ciudad mucho más que los urbanistas. Y Francisco O´Kean nos ha hecho el análisis de los cambios de los comercios en Sevilla, en los que, como en las viviendas, se ha dado una diríamos gentrificación: «Los comercios tradicionales estamos perdiendo espacio en los centros neurálgicos de las ciudades. Capacidad para alquilar o comprar los buenos locales comerciales sólo la tienen las grandes marcas internacionales». La sastrería de O´Kean, ese maravilloso trozo londinenses de Saville Road a la sevillana, pasará a un piso de la calle O´Donnell. En el edificio irá, como en tantos otros, un hotel de apartamentos. Ni los "millennials" ni la "Generación Z" se están dando cuenta de que en Sevilla estamos asistiendo a un fin de ciclo, a un fin de época, y que ellos viven la inauguración de la nueva. Que O´Kean cierre en la Plaza Nueva, con lo que era aquella refinada tienda de la cuarta generación de una familia de grandes maestros sastres, es todo un símbolo.

 

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