ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  6 de mayo  de 2022
                               
 

Tres Ferias en una

Me preocuparon el otro día las palabras de una persona tan poco radical y a la que tengo por equilibrada como Alberto García Reyes: "Tenemos que replantearnos la Feria; esto se nos ha ido de las manos". Mi preocupación era doble, porque palabras parecidas había escuchado horas antes a Emilio Muñoz en la retransmisión de la corrida por Canal Toros. Venía Muñoz a decir que el público de la plaza de Sevilla ha cambiado, de modo que cosas que antes no gustaban son las que ahora tienen éxito: las de aquellos sábados de "toreros mediáticos". Y, por el contrario, no saben apreciarse los detalles, la torería, el saber hacer del "bieeeen". Que sí, que la plaza se está llenando, pero de público, no de aficionados, que cada vez quedan manos. Lo que explica muchas cosas que mentar no quiero, como las que ocurrieron con la profanación del sagrado albero a instancias de un diestro que por capote sacó una colcha celeste de seda de las que ponen como colgaduras en los balcones de los barrios cuando la procesión de Su Divina Majestad.

¿Qué está pasando aquí? Entiendo que, entre otras cosas, las nuevas generaciones han tomado la Feria, que era antes fiesta de gente mayor, clásica, de las de camisa sin corbata y sombrero de ala ancha. ¿Quién que no vaya a caballo o guiando un coche de caballos lleva ya sombrero de ala ancha? Y después, igual que lo del público y los aficionados que distinguía Muñoz en la plaza de los toros: hay mucha gente en la Feria, cierto, hasta el colapso, casetas donde el "numerus clausus" se ha impuesto por sí solo, porque no cabe una persona más. Pero no es menos cierto que la proporción de sevillanos es cada vez menor. Si Sevilla se nos está convirtiendo en un parque temático a la veneciana, ¿por qué iba la Feria a escapar de esta realidad? De la Feria del Prado a la actual de Los Remedios hay no sólo la distancia sentimental que evocaba Enriqueta Vila con tan hermosas palabras. Hay, sobre todo, la diferencia de una concepción de la ciudad, de sus modos de vida, de sus fuentes de riqueza, de su estructura económica, de su pirámide poblacional, de la propia dimensión demográfica y urbanística de Sevilla. La Feria sigue respondiendo, decoración de las casetas incluida, a muchos conceptos del viejo festejo en El Prado. Y el mundo ha cambiado, sin que la Feria cambie.

Otro aspecto a considerar es que estamos acabando de vivir no una Feria, sino tres en una: se han unido este año las ganas de Feria del presente con las del 2020 y del 2021, las que no se celebraron por la pandemia. Poca gente me parece para celebrar tres ferias en una. ¿Una solución? Igual le ha pasado a última Semana Santa y no por eso ha habido alarmismos. La Feria es como es, evolucionando con los tiempos, y es una locura pensar en ampliarla en el espacio, con la fórmula del Charco de la Pava. El cambio grande ha sido, y no sé si acierto, la ampliación en el tiempo, de sábado a sábado. Ah, y el puente del Dos de Mayo. Aparte de tres Feria en una, hemos celebrado la Feria de Sevilla y la de Madrid: medio Madrid aquí con el AVE. La que decía Emilio Muñoz que llenaba la plaza de los toros. Frente a las molestias de las bullas y el caos de tráfico, me quedo con las palabras del alcalde: «La Feria está bien donde está y con el tamaño que tiene ahora».

 

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