ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  24 de mayo  de 2022
                               
 

Las murallas interiores

Contra lo que dicen los versos populares que estaban en una lápida en la derrribada Puerta de Jerez y ahora en el segundo piso del chaflán de la Casa Guardiola con la calle Maese Rodrigo, no fue Julio César quien "me cercó de muros y torres altas". El recinto amurallado de Sevilla data del califato almohade, segunda mitad del siglo XII, contemporáneo del alminar de la Giralda y de la Torre del Oro y tenía un perímetro de seis mil metros. Cuando vemos Ávila nos imaginamos lo que tendría que ser Sevilla rodeada con sus murallas, enriquecida con las puertas y postigos. De aquel recinto, sólo se conserva exento el largo lienzo de la Macarena, que va desde el Arco hasta Capuchinos, que incomprensiblemente no fue derribado, con tantos otros, igual que las puertas. De las que en el XIX sólo se salvaron de la piqueta la Puerta de la Macarena y el Postigo del Aceite. Y este último porque su propietario, don Luis Tomás Fernández de Córdoba y Ponce de León, duque de Medinaceli, se opuso al cumplimiento de la orden municipal de fulminante demolición. Medinaceli era descendiente y heredero de don Fernando Enríquez de Ribera, que compró el alguacilazgo mayor de Sevilla por 160.000 ducados, teniendo desde entonces derecho sobre las puertas y postigos y a cobrar tasas por la entrada y salida de productos.

¿Cómo era la muralla almohade de Sevilla? Pues como el lienzo de la que quedó incólume en la Macarena o como la que acaba de descubrir y restaurar en la casa número 11 de la calle Castelar la Fundación Alejandro Rojas Marcos, quien la mostró el otro día a un grupo de académicos. Se trata de un lienzo muy resistente por la notable consistencia de su fábrica y muy bien compactado, con los merlones de sus almenas, según explicó su conservadora-restauradora, Maite Béjar. Viendo este lienzo salvado y conservado en el patio de esa casa de la Fundación Rojas Marcos nos imaginamos el portento que tendría que ser la muralla que defendía a Sevilla también de las riadas, en esta parte que iba de la Puerta del Arenal a la Puerta de Triana. Si miran un mapa actual, las pocas salidas que hay hacia Poniente desde esta parte de la calle Castelar y Molviedro, hasta llegar al final de Santas Patronas, es por ese largo lienzo de muralla. Que igual que ha sido descubierto, conservado y restaurado en la calle Castelar, tiene que estar dentro de muchas otras edificaciones, embutido en ellas. Como explicó la restauradora Maite Béjar, en un momento, para ganar espacio a la ciudad, comenzaron a ser adosadas casas a la muralla. En la calle Tomás de Ibarra hay otra casa en cuyo fondo tiene la muralla, del trozo que iba del Postigo del Aceite al del Carbón. Y por toda Sevilla tiene que haber muchos restos de muralla dentro de las casas que fueron adosadas a ella en época califal y posteriormente. Son las murallas interiores de Sevilla, que se salvaron del derribo gracias a las casas que las ocultaban. Todo una metáfora de la ciudad difícil. Sí, Sevilla tiene muchas murallas interiores, ocultas en su caserío. Irán apareciendo, como la que ha ejemplarlemnte revalorizado Rojas Marcos en Castelar. ¿De qué nos defienden estas murallas interiores? Pues de algunos sevillanos y de sus sevillanerías, ¿les parece poco?

 

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