ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  29 de mayo  de 2022
                               
 

La madre del futbolista

Asiduo oyente nocturno de "El Partidazo" de la COPE como soy, he estado, como tantos españoles, más de una semana como de novela negra con misterio grande, para saber si Kylian Mbappé firmaba con el Real Madrid como anunciaban o se quedaba en el París Saint-Germain. Al final todos los que estábamos pendientes de este culebrón hemos quedado con la sensación de que Mbappé, mucha proclamación de madridismo y mucha promesa de venir, pero nos ha engañado, empezando por Florentino Pérez. Pero esta historia me ha servido para descubrir un arquetipo que desconocía y que ahora me apasiona: Fayza Lamari, la madre de Mbappé, que le lleva los negocios. Figura completamente nueva en las nobles funciones de las madres de artistas. Yo sabía que existía una figura españolísima, castiza: la madre de la artista, sobre todo si era de las "folklóricas". La madre de la artista era fundamental en la carrera de la cantante o la flamenca. Puedo hablar, como hito del personaje fundamental para tantas carreras artísticas, de La Sebastiana, la madre de Estrellita Castro, de quien se cuenta que en el Hotel Waldorf Astoria de Nueva York puso un infernillo, unos dicen que para hacer papas aliñás para su niña, otros que para asar sardinas. La madre de la artista era como una vigilante de su virginidad, y no la dejaba ni a sol ni a sombra, de guardia siempre en el camerino o en la habitación del hotel, cumpliendo como un mandato:

--Es que mi hija es mocita y pierde...

Tanto velaban por la castidad de sus hijas las madres de las folklóricas o de las flamenca de los tablaos que muchas se quedaron para vestir santos. Pero nunca les llevaban ningún asunto económico. Esos eran los padres de los toreros, una figura análoga, que cuidaban la carrera de su hijo como si fuera Belmonte vuelto a nacer y que les pegaban una bronca si cortaban una oreja, porque pensaban que tenían que haber arriesgado más para cortar las dos. Padre de novillero hubo que en defensa de su hijo le partió una pierna a un crítico taurino que había dudado de la valía de su hijo para el oficio de torero. El padre del torero sí se metía en sus dineros, y era como un controlador del apoderado, con el que decían cuándo había que romper.

Pero hasta ahora, y he aquí la novedad interesantísima de la figura de doña Fayza Lamari, no había visto yo que hubiera una madre de futbolista cuidando por los intereses económicos de su niño. Padres de futbolistas sí los hay a cientos, terribles, exigiendo a los clubes y dirigiendo sus carreras (a veces hacia el desastre). Pero lo que menos me esperaba es que el futuro de Mbappé dependiera de su madre, gestora de la empresa KEJWF (nombre formado por las siglas de la familia): K de Kylian, E de Ethan (el hijo menor que juega en la cantera del PSG), J de Jires Kembo Ekoko (hermano adoptivo de Mbappé), W de Wilfried (el padre) y F de Fayza (la madre). Con mano de hierro, Fayza lleva todo lo relacionado con la imagen y las finanzas e incluso la vida de Kylian. La imagen y la economía de Mbappé dependen de su madre. O sea, el Padre Peyton en versión futbolística: "Familia que le saca unida los millones al PSG, permanece unida".

 

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