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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 28 de junio  de 2022
                               
 

Del nombre del campo del Betis

En el fútbol, que se ha convertido en una industria nacional como otra cualquiera, cualquier sitio es bueno para poner publicidad. Salvo en el balón, y porque anda dando vueltas y no se ve, en todas partes de los estadios y de la indumentaria de los jugadores ponen publicidad. Los campos y las plantillas son soportes publicitarios. Publicidad estática o publicidad dinámica. Así sacan los dinerales que pagan por los traspasos de los futbolistas, que están más caros que las sandías que dice Rufián. Dando ocasión a situaciones absurdas y divertidas, como aquella marca andaluza de aceita que se anunciaba...¡en el trasero de las calzonas de los futbolistas del Betis! ¿Quedará algún sitio donde poner publicidad?

Pues sí: en el nombre de los estadios. Antes a los campos de fútbol se les ponía el nombre de personajes históricos que fueron fundamentales para el engrandecimiento del club, como el caso de don Ramón Sánchez-Pizjuán en el campo de Sevilla, o el caso de Benito Villamarín en el del Betis. Pero ha entrado la moda de la que llaman "namig rights" (¡toma ya!), que es ponerle al campo el sobrenombre de una marca comercial, como un rótulo-anuncio. Esta costumbre empezó en el extranjero, donde, por ejemplo, el campo del Bayern Munich es el Allianz Arena, sin que aparezca por ningún lado el nombre del club, porque paga por ello esa compañía de seguros. Y al momento vino la moda a España. Aquí el Atlético de Madrid, cuando derribó su estadio, le quitó al momento el nombre de Vicente Calderón, y volvió al antiguo del Metropolitano, donde empezó su gloria como Atlético Aviación. Pero lo del Metropolitano a secas quedó por poco tiempo, porque al punto, previo cobro de su importe, recibió el nombre de Wanda, que no sabemos ni qué es eso de Wanda. Como el campo del Barcelona es el Spotify, el de la Real Sociedad el Reale, o el del Celta, el Abanca. ¿Los llaman los aficionados realmente así, o el del Barcelona sigue siendo para ellos del Nou Camp, por mucha publicidad de Spotify que lleve?

Hasta las propias divisiones de Liga han cambiado sus nombres por el del banco que ha apoquinado por cambiárselas. Pero, a pesar de todo, la Primera sigue siendo la Primera y la Segunda, la Segunda. Menos mal que nuestro Betis ha renunciado a las cantidades astronómicas que le daban, y Heliópolis seguirá siendo el Benito Villamarín, pasada aquella pesadilla de cambiar al gran artífice del club por el ego de Ruiz de Lopera. No le pega al Betis que le pongan un nombre comercial al campo de Heliópolis. Demasiados nombres tiene ya. Tres. A saber: Villamarín, Heliópolis y campo del Betis de toda la vida. En todo caso, tendrían que ponerle un nombre comercial muy nuestro, como el Cruzcampo, aunque por su situación con respecto a la antigua fábrica de la calle Luis Montoto, esa denominación le pegaría más al campo del Sevilla, que no me imagino con otro nombre que no sea el Sánchez-Pizjuán. (Por cierto, que en cuestión de nombres no sabemos qué salió de aquella encuesta que hizo la Junta para ponerle nombre al rescatado y revitalizado Hospital Militar. Encuesta inútil, porque debe de seguir siendo, como cuando se abrió, el Vigil de Quiñones, en memoria del héroe de los últimos de Filipinas).

 

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