ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  2 de julio  de 2022
                               
 

¿Está sucia o somos sucios?

Me refiero a Sevilla. ¿Está sucia Sevilla o es que somos sucios los sevillanos? Estás en un bar, tienes un papel que tirar, buscas inútilmente una papelera, y el camarero te dice: "No se preocupe usted, tírelo al suelo". Un veterano tabernero me contaba que su padre, que empezó en el negocio, cuando abría por las mañanas se preocupaba de tirar servilletas arrugadas al pie de la barra, para que los primeros clientes vieran que allí había actividad y que se desayunaba muy bien. Para este hombre, el suelo de un bar limpio era sinónimo de una caja vacía.

Esto de tirar cosas al suelo forma parte de nuestra cultura. En el centro y norte de Europa, las calles están relucientes, pero el interior de las casas deja mucho que desear, de guarras que las tienen. Aquí la "cultura de los chorros del oro" la aplicamos a nuestras propias casas, no a la calle, que consideramos algo ajeno, cuya responsabilidad de limpieza no nos corresponde a nosotros, sino al Ayuntamiento. Los responsables de Lipasam se quejan de que no pueden tener a un barrendero detrás de cada sevillano limpiando lo que va tirando. Pero no he visto ciudad donde sea más difícil a veces encontrar una papelera que en Sevilla. Y cuando te la encuentras, está impresentablemente rebosante de basura, de no recogerla en muchos días. Como los contenedores. Habitualmente hay casi tanta basura fuera de los contenedores como dentro. ¿Por qué? ¿Porque no tenemos puntería para tirar la bolsa de basura dentro? No: porque no los vacían, y están tan llenos que hay que dejar la bolsa fuera.

El alcalde ha acusado recibo de estas quejas de los sevillanos sobre la suciedad de la ciudad. Por no hablar de los suelos guarros, impregnados de mugre, incrustada en el pavimento, que se te pegan los pies. Y ha prometido Antonio Muñoz redoblar las inversiones para limpiar los suelos guarros. Baldeo. Eso es lo que hace falta. Mucho baldeo. Mucha manguera. Así se llamaba antaño Lipasam: "Delegación de Limpieza, Riegos y Baldeos". De limpieza, ya ven el panorama descrito; de riegos, ya ven el magnolio de la esquina de la Catedral con el Archivo de Indias, pidiendo el agua que no le llega. Y de baldeos, pues pasen por la Plaza Nueva y vean cómo está ese suelo de mármol que en un tiempo... ¡limpiaban diariamente a mano con aljofifa las empleadas municipales, arrodilladas en el suelo (no me estoy inventando nada) como si fuera, cual es, el salón principal de su casa!

El Ayuntamiento ha consignado 400.000 euros para el baldeo y escamondeo a fondo de este suelo mugriento de Sevilla donde te quedas pegado, donde todo el mundo tira las cosas al suelo y en las botellonas toman sus rincones como mingitorios públicos. Pocos son. Máquinas barredoras estamos hartos de verlas dando vueltas por el centro, comprobando que no limpian nada. Así el otro día Jesús Bayort, recogiendo la voz de la calle, le añadió un título a los históricos: «Muy Sucia Ciudad de Sevilla». El candidato a alcalde por el PP, José Luis Sanz, tiene ahí donde hincharse, por si le falta programa.

 

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