ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  5 de julio  de 2022
                               
 

El bando

Los pantanos están tan sequitos que el alcalde ha dado un bando para que empecemos a ahorrar agua, que falta nos va a hacer si no vienen este otoño las lluvias que tanto han escaseado hasta ahora. Aquí sube todo, menos el agua embalsada en los pantanos que abastecen a Sevilla y nutren las redes de riego en nuestros campos. Ya podía subir menos el IPC y esos datos por los que Sánchez cesa al director del Instituto Nacional de Estadística. Vamos, que si de Sánchez dependiera, cesaba al presidente de la Confederación del Guadalquivir porque no le gustan las estadísticas de que los pantanos están tan vacíos que algunos hasta dejan ver los pueblos que sepultaron cuando se hicieron esas presas, que aseguran que cuando nos duchemos o abramos el grifo del lavabo o del fregadero va a salir el ansiada agua.

El bando del alcalde es algo muy sevillano. Grandes bandos se daban cuando se acercaba la visita de una egregia persona de la Casa Real o se iba a celebrar algún importante acontecimiento excepcional. Y luego vienen estos otros bandos de las necesidades que se ven venir, como la del agua. Emasesa tiene revisada la red muchas veces, para que no haya fugas por las que, como recitaba Pepe Pinto, "se va a los baños el río de mis dineros". Estos bandos de la alcaldía, a toda página en los periódicos, deberían también fijarlos por las esquinas, como antiguamente. ¿Que eso suena a bando de guerra? Pues sí, Sevilla debe tener conciencia de que hay que empezar una guerra para ahorrar agua, para que luego no vengan las restricciones y los cortes de suministro a determinadas horas de la noche. Esos cortes que abres el grifo, no sale agua, te olvidas de cerrarlo y cuando se restablece el suministro resulta que has calado sin querer al piso de abajo, y ya saben el jaleo que es luego esto para que el seguro te pague el daño que le has hecho al vecino, que le has puesto las alfombras pingando y le has estropeado a la señora el armario donde guarda los trajes de flamenca de las niñas y la túnica de nazareno del marido.

Por eso no me gustan nada estos bandos del alcalde, por muy buena voluntad que encierren y mucho sentido cívico que tengan. En la siempre dual Sevilla, hay otro tipo de bandos que son los simpáticos, los nuestros, los que nos gustan. Con tambores y cornetas, como está mandado. Es palabra muy nuestra, que no viene recogida en el Diccionario y que animaría al profesor don Antonio Narbona, correspondiente en Andalucía de la Real Academia, a que pidiera que la recoja el DRAE. El bando es tan políticamente correcto que lo suele dar una banda: igualdad de género. Que recorre al atardecer el itinerario que al día siguiente ha de hacer una procesión por un barrio. Todo el mundo recuerda esa procesión cuando escucha el bando recorrer las calles y el barrio se dispone a colgar balcones y sacar las mejores galas. Así que ya saben: no despilfarren agua, no llenen las piscinas de plástico para los niños en el jardín del adosado, ahorren, que siempre son preferibles los bandos de las procesiones a los del alcalde anunciando que si seguimos despilfarrando vendrán los cortes de agua.

 

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