Si José María Izquierdo, en vez del escritor que compiló y formuló el ideal de Sevilla como ciudad soñada y deseada, fuese una cofradía, ya hubiéramos tenido una procesión extraordinaria, con su correspondiente año jubilar, que es lo que se lleva ahora en la moda del mundo de las hermandades. Porque en este año de 2022 se cumple el centenario de la muerte del autor de "Divagando por la ciudad de la gracia" y, salvo una conferencia el próximo viernes del profesor José Vallecillo en el Ateneo, no tengo noticias de que se haya celebrado nada especial en la ciudad, ni siquiera la ofrenda de una corona de laurel en el sobrio monumento que tiene en el Parque desde 1925 y, que, oh maravilla, no ha sufrido ataque alguno de vandalismo, al contrario de lo ocurrido con Mas y Prat o con Ofelia Nieto, o con la propia Infanta Doña María Luisa en su estatua de Pérez Comendador, la que donó los jardines de su Palacio de San Telmo a Sevilla para que los transformara en el Parque, que por eso lleva su nombre.
El centenario de Izquierdo debería movernos a una honda reflexión sobre la ciudad. La ciudad de la gracia, según la definió en el título ya antológico de su libro de 1914. Tiene guasa la ciudad de la gracia. Es curioso que a Izquierdo como escritor y autor de esta obra fundamental lo recuerda Sevilla como algo marginal en su obra, por la creación de la Cabalgata de los Reyes Magos del Ateneo, y no como compilador y codificador de una idea de ciudad sin la que no se comprende gran parte de lo posteriormente escrito sobre ella. Si usted pregunta a un sevillano medio cultito quién fue Izquierdo, seguro que te dice que el que inventó la Cabalgata, no el que formuló una idea literaria de ciudad. El Izquierdo ateneísta ha prevalecido sobre el Izquierdo teórico de Sevilla, a quien me ha da la impresión de que han leído muy pocos. Y sin este Izquierdo, colega de Blas Infante en el propio Ateneo en su coetánea definición de "El Ideal Andaluz", no es comprensible Granma parte del concepto de Sevilla, de la teoría sobre Sevilla.
El propio Cernuda, el más hondo y sevillano Cernuda de "Ocnos", no se comprende sin Izquierdo. Es más: Cernuda, su continuador, fue el que más le leyó la cartilla a su admirado Izquierdo, presintiendo esto que digo de que Sevilla no lo tiene en cuenta como se merece. Cernuda habla en "Ocnos" del "error de amor" que fue Sevilla para Izquierdo, de quien dice que dilapidó su talento literario escribiendo para unos paisanos que no lo comprendieron. Bendito error de amor que nos dio al propio "Ocnos", como luego habría da darnos en 1921 otro libro fundamental para el concomiendo de los entresijos líricos de Sevilla, cual "La ciudad" de Chaves Nogales. Libros todos orgullosos de Sevilla, ensoñadores de una ciudad que quizá no existió nunca más que en esos poemas en prosa y sin los que tampoco se comprende a Joaquín Romero Murube, heredero y continuador del mismo espíritu sevillano de Izquierdo. O a Laffón. O a Juan Sierra. Los autores de la ciudad soñada. La ciudad que quizá no existiera nunca en la realidad, más que en esas páginas de esa ensoñación literaria.
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