ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  18 de octubre  de 2022
                               
 

Aquella Puerta Jerez

En la Puerta Jerez, en la esquina de Almirante Lobo, en lo que era la Cafetería Coliseo y su entresuelo magnífico de platos compuestos, han abierto un nuevo hotel de cuatro estrellas superior. De nombre extrañísimo por cierto: Tayko. El nuevo Tayko viene a recordar que siempre, en la Sevilla de los duales, hubo dos hoteles en la Puerta Jerez: por un lado, el Alfonso XIII; y frente, junto a los Jardines de tal nombre, el Hotel Cristina. Era una Sevilla de pocos hoteles y muchas pensiones y fondas. Casi nos sabíamos los nombres de los hoteles importantes: el Alfonso, el Cristina, el Inglaterra, el Madrid, el Biarritz, el Luz Sevilla... El nuevo Tayko viene a ocupar el dual del Hotel Cristina en la Puerta Jerez. El Cristina ocupaba toda la fachada de la Avenida de Roma del edificio de tal nombre, derribado por problemas en la construcción, pero vuelto a edificar exactamente igual, aunque ya no dedicado a hotel, sino a viviendas. "Alfonso" (como se le llamaba coloquialmente al Alfonso XIII, al que durante la República pusieron "Andalucía Palace") y Cristina eran dos grandes estrellas desde los tiempos de esplendor de la Exposición del 29. En la guerra civil fueron cuarteles generales de los militares extranjeros del Eje que vinieron a ayudar al bando nacional. Los alemanes de la Legión Cóndor estaban en el Alfonso XIII; los italianos del CTV, en el Cristina. Eran sonadas las fiestas de sociedad que organizaban en sus hoteles. Y las muchachas bien de la época se decían a la hora del té de la tarde: "¿Dónde vamos? ¿Con los alemanes al Alfonso o con los italianos al Cristina, que son más divertidos?". El Hotel Cristina mantuvo hasta sus últimos días una gran actividad de atracciones flamencas y modernas en su Parrilla, con baile siempre, en el sótano y durante el verano arriba en la azotea.

Este espíritu de los dos hoteles en la Puerta Jerez se recuperará en parte con el Tayko, al que deseamos la misma fecunda vida que a su antepasado el Cristina. Está en el edificio proyectado en 1928 por José Gómez Millán, dentro de las propiedades de los Marañón en el conjunto de la Casa de la Moneda. Antes que la Cafetería Coliseo (que pasó allí tras el derribo del cine de este nombre en la Avenida), en esa esquina estuvieron las oficinas de los Autobuses Casal. Era el finisterre de Sevilla, donde la ciudad acababa frente al río, cuando Los Remedios aún no estaban construidos y el puente de San Telmo se abría para que pasaran los barcos hacia el Muelle de la Sal. Aquella Puerta Jerez era el final de los dominicales y provincianos paseos vespertinos desde La Campana a Casa Guardiola, en los que la gente joven echaba la tarde a la salida del cine: del Pathé, del Palacio Central, del Llorens, del Imperial. Una Puerta Jerez por donde marchaban hacia El Cerro, Nervión o Heliópolis los tranvías maravillosos y utilísimos, en una Sevilla sin apenas automóviles. Bienvenido, pues, el nuevo hotel a la Puerta Jerez, que nos ha evocado aquella Sevilla donde no había amenazas de conversión de la ciudad en una isla peatonalizada que veremos a ver, entre el metrocentro, el tranvibus y el Plan Respira. Ojú.

 

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