ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  1 de noviembre  de 2022
                               
 

Cuidado con los patinetes

Habrá que sumar un título apócrifo más a los verdaderos de Sevilla: "Muy Falsa, Corbardona, Aduladora, Difícil, Sucia, Peatonalizada, Desforestada y (ahora) Empatinetada Ciudad de Sevilla". Lo digo por la cantidad de patinetes eléctricos. ¿En toda España tienen este éxito los patinetes? ¿De dónde han salido tantos, alquilados o en propiedad? ¿Habrá algo más peligroso y menos regulado? Como suele ocurrir, leyes y reglamentos sobre los patinetes me imagino que hay todos los que se quieran. Pero, como suele ocurrir, no se cumplen. Ni hay quien los haga cumplir. Y si encuentran a quien se saltó lo mandado, pues no le ocurre nada, por el supremo principio del No Passsa Nada.

Los defensores del transporte sostenible, saludable y chupipandi, los que están encantados con que Sevilla le haya declarado la guerra al automóvil, con la máquina de estrechar calles y de quitar aceras y plazas de aparcamiento en superficie, están encantados en su discurso de preservación del medio ambiente, de la lucha contra el cambio climático y del buen rollo de las enseñanzas de Al Gore y de la niñata Greta Thunberg con lo que supone el patinete. Patinete que ha venido para quedarse, como dicen del covid. Pero el problema es que imitando a los "kamikazes" japoneses de la II Guerra Mundial o a los drones iraníes de Putin contra Ucrania, son silenciosos y suicidas y se llevan por delante al más pintado. O sea, aparte de los peatones, a sus medio parientes los ciclistas y hasta los que se toman un café en un velador en cualquier esquina de la muy peatonalizada Sevilla. No sólo copan los kilómetros del carril bici sino que ora van por acerados, ora por jardines, ora por calles y hasta ora por carretera. El piloto del patinete tiene la ventaja, como en parte el ciclista, en esta ciudad que casi los ha sacralizado, que cuando les conviene se comportan como vehículos y cuando les interesa, como peatones. Y el timbre o el claxon es algo que no conocen, ni creo que lleven estos que parecen frágiles e inofensivos vehículos de dos ruedas, pero que tienen más peligro que un cable pelado en un charco.

La vez primera que se vio un patinete en España fue en Madrid, a Jaime de Marichalar. Lo sacó plegado del maletero del coche, lo armó y se fue por ahí a hacer los mandados que tuviera que hacer. Y la gente se tronchaba de risa al verlo. Contemplado así por vez primera, parecía ridículo en una persona seria y mejor, cuando el patinete era hasta entonces un juguete infantil. Sin motor, eso sí. Ahora nadie se ríe al ver a los marichalares con sus patinetes eléctricos sino que, de momento, se apartan de su camino, no vaya a ser que los arrollen y los lesionen. Aquí estamos aún a tiempo para que el patinete no sea una amenaza más en lo complicado que es ir de peatón por Sevilla. Ser peatón en Sevilla va a convertirse en profesión de riesgo. Exigirles a los patineteros casco, matrícula y seguro, sobre todo seguro, por las lesiones que pueden producir en los peatones y en otros vehículos, no sería mala campaña municipal, ahora que tantas ideas se lanzan de cara a las elecciones de mayo. Y contéstenme con la mano en el corazón. Serán muy ecológicos, pero ¿quién se trae las bolsas de la compra del Mercadona en un patineta?

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio