ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  11 de noviembre  de 2022
                               
 

Ya es Black Friday

Ya están puestas las luces de Navidad en buena parte de las calles que han de tener iluminación para las Pascuas. ¡Lo que nos gusta todo vaya adelantado, muy adelantado, como el primer tubo de la Feria! ¿Para qué tantas prisas? Ya están los supermercados llenos de artículos propios de Navidad, que si el turrón, que si los mantecados, que si la moda italiana del "panettone" que ha entrado, y que le vayan dando a Estepa. Que como un día se entere Putin de lo que hay en esta Estepa nuestra, va y nos la bombardea con roscos de vino.

Todo va adelantado no sólo en Sevilla, sino en España entera. Faltan aún 15 días para la fecha, pero ya estamos en lo que antes era el único día del Black Friday: las rebajas y ofertas del último viernes de noviembre que se inventaron los americanos para remontar las ventas que habían estado en números rojos durante todo el mes y casi desde el verano. O sea, como aquí. (Estas son las relaciones prematrimoniales del Black Friday con el almanaque, lo que decían en los pueblos "comerse la tostá antes de tiempo".) El Black Friday, que no es hasta el día 25, es este año más grito de enganche que nunca, de ahí que las asociaciones de consumidores adviertan que no nos dejemos engañar por unas ofertas que aseguran no son tales, sino simples reclamos para vender lo que se ha quedado en las estanterías con la sequía y este otoño en el que hemos tenido temperaturas de verano por culpa del cambio climático.

¿Por qué no hay Black Friday para el precio de la luz y del gas, para la gasolina y el gasoil? Eso sí que sería un ofertón: encontrarse con el importe de una factura de las de antes a la hora del susto de lo que tenemos que pagar de luz, esas facturas que nos traen por la calle de enmedio. El Black Friday, tal como están las cosas, debería aplicarse a la luz y al gas, y también a las hipotecas: ¿se imaginan que de pronto un señor que se cogió los dedos con una hipoteca de interés variable en lugar de tipo fijo se encontrara con que casi convida la casa, y que tiene que pagar apenas nada por la cuota del Black Friday?

Aunque para Black Friday, Black Friday, lo que se dice Black Friday, me quedo con el nuestro más intimo, en el que no hay ofertas, ni adelantos de un mes, ni precios trucados a la baja después de subirlos y cuanto denuncian los objetores de esta como fiesta comercial, que dura demasiados viernes. Demasiados para que sea efectiva. Ya cansa. Por eso digo que me quedo con mi Black Friday de verdad, nuestro Holy Black Friday. Nuestro verdadero Viernes Negro son las cofradías de cola y esparto de la Madrugada. Ahí sí que no se engaña a nadie y a nadie le parece largo, adelantado y precipitado. Ahí sí que todo es como tiene que ser y como siempre fue. El Silencio es el que tiene que haber, sin rebajas de bullicio; y la Zancada divina de El que todo lo puede te produce el mismo repeluco de emoción cuando la ves avanzar, tan humana. Y no hay ofertas en el crujido de la Cruz desde la que nos salva el Cristo del Calvario. Y todo dura lo que debe durar. Y todo es verdad y de verdad. No "made in America". De sevillanas maneras de esparto, alto capirote y ruán negro de Black Viernes Santo de Madrugada.

 

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