ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  14 de noviembre  de 2022
                               
 

Un remero de la Laboral en la UPO

La Universidad Pablo de Olavide (UPO) va a cumplir 25 años, y parece que fue ayer cuando se inauguró. Su rector, Francisco Oliva Blázquez, ha anunciado que el acto central de esta efemérides será el 25 de enero de 2023, coincidiendo con el Día de la Universidad. Y ha informado que el bioquímico británico Paul Nurse, Nobel de Medicina, será nombrado doctor honoris causa. Con este anuncio, muchos se habrán enterado que la Olavide fue antes la sede de la Universidad Laboral de Sevilla. Lo habrán sabido al divulgarse que la simbólica torre de la UPO, una construcción de sus primitivos tiempos de la Universidad Laboral, aún sigue siendo utilizada para llevar agua al campus.

Nadie se acuerda ya de la Universidad Laboral, institución mimada por la dictadura de Franco, régimen que la cuidó tanto como luego a la UPO que allí instaló la Junta de Andalucía gobernada por el PSOE. A finales de los años 40 del siglo pasado, los dirigentes del Ministerio del Trabajo, encabezado por el falangista José Antonio Girón de Velasco, planificaron para toda España un sistema de FP, peritajes y carreras técnicas de grado medio que culminaría con la creación de las universidades laborales, destinadas a los hijos de los obreros. Por eso las llamaron "las universidades de los pobres". La primera fue la de Gijón, de 1955. Un año más tarde se inauguró la de Sevilla, que se llamó "José Antonio Primo de Rivera", y fue encomendada a los Salesianos. En un singular edificio que forma parte del catálogo del Movimiento Moderno en Sevilla. Lo proyectó el grupo Otaisa (Oficina Técnica de Arquitectura e Ingeniería, S.A.), dirigido por Rodrigo Medina Benjumea, su hermano Felipe, Alfonso Toro Buiza y Luis Gómez Estern.

La Laboral era como una pequeña ciudad autosuficiente en sus siete colegios, sus 7 laboratorios, 42 aulas ordinarias y 8 extraordinarias y sus 12 talleres. Continuó hasta 1978, que pasó a los "Centros de Enseñanzas Integradas" y posteriormente, transferidas sus competencias educativas a la Junta de Andalucía, se le denominó "Complejo Educativo Integrado". El número de alumnos fue creciendo, de los 694 de su curso inaugural, de los cuales 429 estuvieron en régimen de internos, a los 2.488 (1.592 internos) de 1975, último curso bajo la dirección de la Congregación Salesiana. A la Laboral, que tenía las mejores instalaciones, venían alumnos de toda España, becados por la dictadura. Tenía de todo: lavandería, peluquería, cafetería, oficina de correos, enfermería con 20 camas, cine. Allí estuvo interno un muchacho de Cuenca que se llamaba José Luis Perales. Los domingos, en el autobús Pegaso color celeste de la Laboral, los llevaban de paseo a la Plaza España. Los amigos de la Clase del 63 juntaban unas perrillas y se montaban en las barcas de la ría, entre risas, paquetes de altramuces y quizá furtivos cigarritos Chester. Pasado el tiempo, aquel chaval de la Laboral, convertido en el gran músico José Luis Perales, se acordó de aquella Sevilla, de su Plaza España, de su ría, de sus barcas, y cantó: «Quisiera ser remero de la Plaza España...». La Olavide debería traer en su XXV aniversario a Perales, para que vuelva a ser remero de la Universidad Laboral en la Plaza España.

 

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