ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  20 de noviembre  de 2022
                               
 

Ni Dura Lex ni Duralex

En los años 60 y 70 las cocinas españolas se llenaron de unas vajillas de vidrio muy resistentes y populares: los platos y vasos de Duralex, material que en 1945 había empezado a fabricar Saint-Gobain, una cristalería francesa de Orleans. La compañía se hizo popular por vender sus vajillas como "indestructibles" por sus materiales ultrarresistentes. Los platos, tazas y vasos de Duralex entraron pronto en todas las cocinas convirtiéndose en un icono de la vida diaria de los años 60 y 70. En sus tres colores: ámbar, verde y blanco. ¿En qué cocina no quedan restos supervivientes de aquella primitiva vajilla de Duralex? ¡Cómo han aguantado! Todo, menos la crisis, porque el centro de producción de Orleans ha paralizado para siempre sus hornos, porque los precios del gas hacen inviable continuar con la actividad y ha enviado al paro a sus 250 trabajadores. Salvo los acopios que se haya podido hacer para tener "atrezzo" de ambientación de cocinas populares para películas y series de esa época del siglo XX, estilo "Cuéntame", quien conserve unas piezas de Duralex, en ámbar, verde o blanco, tiene un tesoro de época.

El nombre de esta popularísima vajilla resistente nos recordaba la máxima del Derecho Romano: "Dura lex, sed lex". Pues bien, contemplando el lamentable panorama de la Justicia española parece que la fábrica que ha cerrado no ha sido la del Duralex, sino la del "dura lex, sed lex" con la derogación de la sedición. Cuando el otro día enumeraba los nuevos timitos del Tertulianés Avanzado, no podía imaginarme que iba a ser insuperable la supresión del concepto de "catástrofe natural" y su sustitución por el de "zona gravemente afectada por una emergencia de protección civil". Me equivocaba como la paloma de Alberti. Lo hemos superado con la derogación de la sedición, un traje cortado a medida de la perpetuación independentista de los separatistas catalanes para que sigan haciendo de su capa un sayo, que ha aparte de que le han rebajado la pena de la "dura lex", la han borrado del mapa penal y sustituido por el delito de "desórdenes públicos graves". Según esto es lo de "desórdenes públicos graves" de la nada dura nueva ley, la sedición queda más o menos como lo de Cagancho en Almagro en 1927, que el público, mosqueado, por poco le prende fuego a la plaza de toros y el diestro, tras no poder con sus enemigos de la ganadería de Pérez Tabernero ni querer verlos y mucho menos matarlos, tuvo que salir protegido por la Guardia Civil.

No deja de ser curioso que la desaparición del Duralex coincida con la derogación de la dura lex de la sedición en el Código Penal español. Tras la sedición van por la derogación de la malversación de fondos públicos y ahí están los penosos resultados, nada de "dura lex", de la ley del "sí es sí". A este paso, lo más fácil es que derogasen enterito el Código Penal y hasta de paso la Constitución, para que puedan irse de rositas todos los que quiera Sánchez, indulto de Griñán incluido.

 

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