ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  8 de diciembre  de 2022
                               
 

Los repiques de la Giralda

Para que no me digan que soy exagerado, sino justo, diré que ni Hernán Ruiz que le levantó el cuerpo de azucenas y campanas al alminar almohade ni Alfonso Jiménez, el maestro de fábrica de la Magna Hispalense que acometió por vez primera su restauración integral tras "el rayo artístico" de Gestoso, saben tanto de la Giralda como ha demostrado Javier Rubio en su envidiable reportaje del otro día. Llega un tiempo en que conviene dividir los textos que se leen en dos grandes grupos: aquellos que le hubiera gustado a uno escribir y aquellos otros que no los hubiera escrito bajo ningún concepto. Javier Rubio nos ha dado a conocer el Libro de Oro de la Giralda: cuándo toca la torre, con qué campanas y esquilas, a qué horas. De momento nos ha enseñado a distinguir entre una campana, que se golpea con un badajo, como la "Santa María", la campana mayor, y las esquilas, que se pueden voltear. Como si fueran los militares toques de corneta de ordenanza, Rubio nos ha descrito cómo suena la torre según la mayor o menor solemnidad de lo que esté anunciando, desde los 6 esquilones y 4 campanas que durante 3 minutos tocan para la sabatina al pino mayor de primera clase, en el que repican todo el bronce de las 18 esquilas y las 6 campanas de la torre mayor, a máxima velocidad. Que es lo que los profanos, que no teníamos ni idea hasta que nos ha ilustrado Rubio, hemos llamado "repique de la Giralda" toda la vida de Dios.

La Giralda anunciaba fuegos, guerras, pestes, muertes de Reyes, plagas, partos de la Familia Real, elección de Papas, muertes de canónigos. La Giralda, para los entendidos, tiene como un código secreto, que se sabe qué alegría o qué desgracia anuncia según el toque. Pero los sevillanos nos quedamos siempre con la hermosura de los grandes repiques de la torre mayor, el "pino de primera". Que aunque sean los mismos, son distintos. Su voz de bronce nos suena según los acontecimientos que anuncia. Y siendo la misma, como ha desmenuzado Rubio, cada vez es distinta. No suena igual el repique general de la Giralda cuando está saliendo la Virgen de los Reyes el 15 de agosto que cuando, en junio y con juncia, romero y desfile de la tropa, está entrando la Custodia: ese Dios que, como es verano, se echa a Cuerpo a la calle para pasar bajo las velas de la Plaza de San Francisco. A los sevillanos nos suena distinto, casi con música del Maestro Torres y letra de Muñoz y Pabón, cuando ha terminado el baile de los seises y el canónigo oficiante está bendiciendo a los fieles con el Santísimo. Como suenan distintos los tres toques que convocan a los bailes de seises, según sea en la octava de la Purísima o en la del Corpus.

A propuesta de los campaneros de Utrera, la Unesco ha reconocido los toques manuales de campana como Patrimonio Inmaterial Cultural. ¿Y saben que les digo? Que en ese caso, cada sevillano lleva una Unesco dentro, porque tiene tanto paladar que cada repique general de la Giralda le suena...como le tiene que sonar y a lo que le tiene que sonar.

 

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