ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  12 de diciembre  de 2022
                               
 

Los buscaefemérides

Me recuerdan a los buscadores de tesoros de las playas, pasando por la arena su detector de metales. Aunque creo que ya están prohibidos estos artefactos que tanto daño podían hacer a la arqueología científica. Aquellos bañistas que con una como tapa de husillo provista de un largo mango para no tener que agacharse, rastreaban la orilla arriba y abajo, buscando quizá encontrarse con aquellos duros antiguos que tanto en Cádiz dieron que hablar, aunque en la mayoría de las ocasiones hallaban sólo platillos de los tapones de los botellines de Cruzcampo, o latas vacías, y en el mejor de los casos algún anillito, algún trozo de cadena que se le rompió a una niña mientras se bañaba. Hubo un tiempo de moda de estos buscadores en que los obsesos del detector de metales se creían que iban a encontrar en la arena de la bajamar, ¿qué digo yo?, la mismísima Atlántida.

Y al igual que aquellos buscadores de tesoros del detector de metales de las playas, en Sevilla tenemos últimamente a otros parecidos, sólo que con mayores resultados. Son los buscadores de efemérides. Los buscaefemérides. Pocas ciudades celebran tantas efemérides de todo como Sevilla. Parece que los hay que se pasan el día repasando bibliotecas y archivos para ver qué centenario, o cincuentenario o bodas de plata están al caer. Hasta efemérides más recientes se celebran, los 10, los 15 años de algo. Todo vale para celebrar una efemérides, por ridículo o excesivo que sea. Sirve el centenario de la muerte de un escritor del que no se acuerda nadie, al que se le dedica un ciclo de conferencias. Como sirve el centenario del nacimiento de un poeta, al que, si se puede, se le monta una exposición con sus desconocidas obras. Y se edita un cartel, naturalmente. Efemérides sin cartel es efemérides perdida. La Historia toda está para muchos llena de hechos heroicos; para los sevillanos, de fechas que celebrar en una efemérides, aunque no sea tan redonda como la de Elcano y su vuelta al mundo o la del Descubrimiento de América. Valen los 325 años y los 475. Vale cualquier cifra.

Aunque donde hay buscaefemérides a puñaditos es en las cofradías, porque suponen salida extraordinaria. El hermano mayor le dice al secretario, ratón del archivo de la cofradía: "Pepe, búscame una efemérides redonda para hacer una salida extraordinaria y que la aprueba Palacio, como mandan los cánones, con cartel, pregón y marcha". ¡Marchando, una de efemérides! Y el secretario encuentra en el libro de actas de la hermandad, ¡oh sorpresa!, que la hechura del romano que acompaña al Cristo es de hace 100 años, 100 justos, ni uno más, ni uno menos y ya tenemos la excusa perfecta para sacar al romano con su Cristo a la calle, para esto que parece que tenemos Semana Santa todo el año, con tanto paso en la calle para conmemorar una efemérides. A veces tan ridícula y absurda como la del romano del paso de misterio de la ficción que me manda un lector. Cosas peores se han visto. Ah, y si es con exposición en el Mercantil, mejor. Me pido, como tantos buscaefemérides figurones, ser comisario de esa exposición para darme importancia.

 

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