ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  25 de diciembre  de 2022
                               
 

Petardos de anoche y de siempre

Salgo de la llamada Feliz Nochebuena medio sordo. ¿Qué hemos celebrado? ¿El Nacimiento de Cristo o las Fallas de Valencia? ¿Por qué no se entiende la Nochebuena sin que en la calle atruenen petardos y cohetes? Los ayuntamientos se hartan de dictar normas prohibitivas sobre la venta y utilización de petardos. Serias y solemnes disposiciones escritas en papel mojado para la chiquillería del barrio, restallante de triquitraques por los zaguanes, por las esquinas. Hasta desde los balcones los tiran quienes salen copa de cava en mano para contemplar a lo lejos los fuegos artificiales, como si fuera el 4 de Julio de Nueva York junto a la Estatua de la Libertad. ¿Qué tiene que ver la cohetería con el Nacimiento del Salvador? España se nos pone de un valenciano que tira de espaldas. En algunos lugares sólo falta la fallera mayor echando sus lagrimitas. España se nos convierte cada Nochebuena en una inmensa «mascletá» infantil y no tan infantil, en las tracas de unas Fallas en miniatura.

¿O será que no es por Valencia, sino para que los petardos de la Nochebuena se igualen con los petardos de la política española de todo el año? Ahí sí que hay petardos, y no en esta Nochebuena en la que nadie piensa en los pobres perros de piso, que lo pasan los pobres muy mal: no encuentran camas bajo las que esconderse cuando empieza a sonar el estruendo pirotécnico. Hay quien anoche estaba en una cena familiar fuera de casa y pensaba, mientras oía la pólvora en salvas de la Navidad:

-- Ay, mi pobre Canelo, lo mal que lo estará pasando en casa, solo y con este ruido, con lo que le aterran los petardos.

Salvo el terror de los perros, estos petardos de los chiquillos y de sus padres que todos padecimos anoche no le hacen mal a nadie. Lo peor es el petardo de la política española, en la que pensamos cuando escuchamos el mensaje navideño de Su Majestad el Rey, que siempre a muchos sabe a poco y a otros, a demasiado. ¿Quién libra a España de tanto petardo, que ha acabado con el cuadro de concordia, de reconciliación, de aceptación de la fortaleza del Estado que significó la Constitución de 1978 y asistimos a esta verdadera desmembración, donde el petardo de Sánchez asalta la separación de poderes y lo que haga falta asaltar por la puerta de atrás, y pacta con filoetarras, independentistas, ultraizquierdistas comunistas, con cuantos quieren sencillamente acabar con la nación y si de paso se llevan por delante a la Corona, mejor? ¿Quién libra a España de esta que, contemplada de lejos, parece una locura de un Sánchez al que nadie planta cara, con la crisis encima y con la economía deshecha? Así que retiro lo dicho al principio. Peores que los petardos de la Nochebuena que asustan a nuestros perros son los del sanchismo que llevan a España a la ruina y que tenemos que aguantar ante el duro año electoral que nos espera.

 

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