ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  8 de enero  de 2023
                               
 

Defensa de la propina

Ea, menos mal que acabó la pesadez de las Pascuas de Navidad y Reyes. Que, al contrario de la campaña de la Comunidad de Madrid, no tienen propina. Y ya casi ni Cuesta de Enero. Esa cuesta hace meses que la subimos con la inflación. Y no hay carreras para llegar a las rebajas, porque desde el Black Friday las tiendas están tirando los precios porque no venden ni una escoba. La campaña de la Comunidad de Madrid a la que me refiero es la del "#Yo dejo propina", una defensa de los sobresueldos entre el personal de la hostelería. Han argumentado a su favor que muchos trabajadores de bares y restaurantes no llegan a los mil euros, y que las propinas, el españolísimo "bote", suponen un suplemento al sueldo que remedia muchas fatiguitas de los que con lo que ganan no pueden llegar a fin de mes. -

La costumbre de la propina se está perdiendo no por tacañería de usuarios y compradores, sino por las nuevas técnicas de pago. El mayor enemigo de la propina es el TPV, el Terminal de Punto de Venta, el aparatito que te traen hasta el mostrador, el velador o la mesa para cobrarte con la tarjeta de crédito sin que ocurra como antes. En los conienzos, pagabas con la tarjeta y se la llevaban sabe Dios dónde, y a saber qué fechorías podían organizar allá dentro, lo que te podían cargar en tu cuenta. Aquí el único que no dice "#Yo dejo propina" es el TPV cuando pasa tu tarjeta de crédito y te pone el importe exacto de lo que has de pagar, para que teclees tu PIN y oprimas la tecla verde. Como no lleves dinero suelto encima, cosa que cada día se está poniendo más difícil y es más rara, no hay forma de dejar propina. En el comienzo de los tiempos del pago con tarjeta de crédito, que te pasaban no por el TPV, sino por un papel con copia mediante un aparato al que llamaban "bacaladera", en la factura venía siempre un apartado para que pusieras la propina que querías dejar. Sumaban ambas cantidades, la cuenta en sí y la propina que dejabas al camarero amabilísimo, servicial y atento, y eras de los generosos del "#Yo dejo propina".

Y lo mismo que con la tarjeta de crédito y con el TPV ocurre con el Bizum de tu teléfono móvil, con el que cada vez se pagan más cosas. Todo está como conjurado para no llevar dinero en efectivo y así ya me contarás cómo dejamos propina, por mucho que se la merezca quien nos ha servido. ¡Ay, aquellas propinazas de los jeques árabes en los hoteles de lujo de Marbella! Donde un huésped que para dar propina al mozo que le iba a subir las maletas pidió en recepción que le cambiaran en suelto un billete de 500 pesetas, a lo que el hotelero le respondió: "Tenga en cuenta el señor que en esta casa 500 pesetas es suelto". Ya no es suelto nada. Ya es dificilísimo dar propina como no lleves dinero en efectivo. Los grandes enemigos de la propina no son los que dicen que es algo indignante para el trabajador, sino el TPV, la tarjeta de crédito y el Bizum. Así que propinas de verdad sólo dan ya los árbitros de fútbol, cuando nos propinan sus temibles 5 o 7 minutos de tiempo añadido en ese partido que estamos ganando con el alma en un puño.

 

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