ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  1 de febrero  de 2023
                               
 

Cartel en defensa de España

Pues como presentía, creo que el prestigioso arquitecto Sir Norman Foster no ha pegado el habitual petardo con el cartel de "Toros en Sevilla" que cada año encarga la Real Maestranza de Caballería a un artista de renombre, que fue presentado ayer por el teniente de hermano mayor, don Santiago León, y que tradicionalmente es objeto de mi artículo en contra, recogiendo el sentir de la afición ante el "¿qué ca...rácter es esto, Dios mío de mi alma?" que dicen al conocer la obra que anuncia la temporada. Por lo que, como saben, suelo llamarlo mamarracho en forma de cartel o viceversa: cartel en forma de mamarracho.

Este año hay algo superior que justifica al cartel y quizá lo salve de la polémica: los colores de la bandera de España, tomados del natural, de la propia plaza de los toros. Sí, ha tenido que venir Norman Foster con todo su golpe de premio Premio Pritzker de Arquitectura para descubrirnos una obviedad, de la que podemos sentirnos orgullosos. La plaza de los toros está dominada por los colores de la bandera de España: el amarillo del albero, el rojo de la pintura de la barrera. Y estos colores tan españoles son los que ha utilizado Foster para su cartel, que quiere representar a la propia plaza. Que no es completamente redonda, con esos círculos en forma de ocho que rodean a lo que parece la tela de una muleta sin montar todavía por el mozospás. Pero tal como están las cosas contra la Tauromaquia y con el sunami de prohicionismo contra los toros que hay, yo creo que viene muy bien que se reconozca en el cartel que la Fiesta Nacional por algo se llama así, porque es el mejor símbolo de la cultura y la tradición de España.

Hoy echo de menos a mi recordado amigo el capataz Luis León. Cuando la Real Maestranza presentaba su cartel, desde que en 1994 tuvo Juan Maestre la iniciativa de ir haciendo cada año esta colección singularísima, Luis León sabía ponerle un mote al cartel, clavado, que recogía el sentir de la defraudada afición. Aquello suyo de "una mosca en un yogur" fue antológico ¿Qué hubiera dicho ahora Luis León? Quizá que Foster ha pintado una vieja sevillana torera: "La novia de Reverte/tiene un pañuelo/con cuatro picadores,/Reverte enmedio". Sí, tiene algo de pañuelo el cartel, pero esta vez para hartarse de llorar por las perrerías que le están haciendo a la Fiesta Nacional en Cataluña, en muchas otras regiones de España y hasta en la América hispana.

Con todo, me llegan ya las voces del tendido de los que no les gusta el cartel. Un lector me dice: "Es un bacalao en un secadero. Lo mejor, la cara de tonto del toro, muy en juampedro." Otro, que parece un murciélago colgado y despatarrado. En cambio, otro me dice: "Pues yo creo que cumple su cometido; es un cartel de toros, de Sevilla, se ve de lejos y es polémico. Además, me gusta". Pues a mí no me disgusta. Lo que me disgusta de verdad es que entre Norman Foster y Santiago Leçon Domecq, y por los colores de la bandera de nuestra España, me han hecho romper, ay, la tradición de decir que es un mamarracho en forma de cartel.

 

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