ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  4 de febrero  de 2023
                               
 

El Torbiscal como metáfora

La asociación conservacionista Hispania Nostra ha incluido en su lista roja de patrimonio en peligro al poblado utrerano de El Torbiscal,, abandonado por los que fueron sus habitantes, derribado en parte, desvalijado y saqueado, ni sombra de lo que se puso como un ejemplo de explotación agraria andaluza y de colonización de la campiña. En los tiempos en que la dictadura creaba los poblados de colonización, como Trajano o Guadalema de los Quintero, El Torbiscal fue el gran ejemplo de la iniciativa privada en una agricultura modelo. Se trataba de asentar sobre el terreno a los trabajadores de la finca, en una avanzada política social. Y se levantó un poblado de colonización para estos trabajadores, que se ponía como ejemplo de una agricultura bien gestionada.

El Torbiscal era como un pueblo de nueva planta casi autosuficiente, en una política social de la propiedad que ya la hubieran querido muchos demagogos de la reforma agraria. Tenía una extensión de 1.600 hectáreas de regadío y unas 1.000 de secano. Su producción era muy diversificada. Contaba con la producción de semillas, trigo, cebada, maíz, sorgo, remolacha, algodón, alfalfa, melones, sandías e híbridos de girasol. Además tenía modernas instalaciones ganaderas, en las cuales se encontraban unas 700 cabezas de vacas lecheras, retintas y charolais para líneas puras, cruces y para carne. También tenía, en su autosuficiencia, una pequeña fábrica de abonos, secaderos y talleres de mantenimiento del parque agrícola.

El poblado comenzó a construirse cerca del cortijo que lleva su nombre a finales de los años 40, según proyecto del arquitecto don Antonio Delgado Roig. Lo dotó de estructura ortogonal, con el trazado de las calles a cordel. Contaba con unas 150 casas para los trabajadores y sus familias, y con importantes infraestructuras comunitarias, como la iglesia o el teatro, de unas 200 localidades, piscina, consultorio médico, un centro social, escuela, economato, naves agrícolas y hasta un hangar para la avioneta de fumigación. En la década de los 70 y los 80 era una explotación modélica, dirigida por don José Luis Pablo-Romero y Cámara, quien aplicaba una gestión moderna y optimizada, con ingenieros agrícolas y otros profesionales, así como con el uso de sistemas de riego sofisticados, avanzadas técnicas agrícolas experimentales, y modernas instalaciones ganaderas. En su periodo de mayor apogeo llegó a albergar a unas 500 personas, ya que contaba con una plantilla fija de unos 185 empleados y proporcionaba trabajo eventual a más de 200 personas. La mecanización del campo y la jubilación de los primitivos trabajadores hizo que el poblado se fuera abandonando paulatinamente, hasta su lamentable estado actual de ruina y pillaje. El abandono de El Torbiscal es la perfecta metáfora de lo que ha ocurrido con nuestra agricultura, modélica antaño, ahora olvidada y dependiente de la importaciones y de la PAC. Para que el cierre del círculo sea perfecto, sólo falta que, derribado y abandonado El Torbiscal, en sus 2.600 hectáreas planten el cultivo de moda en el campo andaluz: la placa solar.

 

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