ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  12 de febrero  de 2023
                               
 

Manolo Caracol, 50 años

Se han celebrado los 100 años del nacimiento de Lola Flores en Jerez y han servido para recordar la inmensa personalidad, el arte, la genialidad de la que se dio a conocer con "El Lerele" del maestro Monreal y no tuvo parangón en el baile, en el cante, en la gracia de la intuición y sabiduría populares. Los que admiramos a Lola nos hemos alegrado con este reconocimiento a la artista cuya voz aún nos suena con "La Zarzamora" y que tanta pena, penita, pena dejó en España con su desaparición, en una admirable lucha contra la enfermedad hasta el último de sus días.

Pero se acerca otra fecha redonda, bastante relacionada con Lola, que hasta ahora no he visto destacada y aviso con tiempo, a ver si hacemos un reconocimiento cultural a una grandísima figura del arte del flamenco que se lo merecía todo. Me refiero a Manuel Ortega Juárez, Manolo Caracol en el mundo del arte. El 24 de febrero se cumplen 50 años de su muerte en accidente de tráfico en Madrid, cuando se dirigía a su tablao "Los Canasteros" de la calle Barbieri. Serán buena ocasión de homenaje los 50 años de la muerte de tan gran cantaor, a quien no se le hizo justicia artística en su vida, denostado por los pontífices puristas del flamenco, por cantar a orquesta y hacer lo que ahora llaman "fusión".

Hay una caricatura de Caracol de la que este aniversario de su muerte es buena ocasión para borrarla. Se ha hablado mucho de Caracol como la pareja inolvidable de Lola en los espectáculos "Zambra", de Quintero, León y Quiroga, que comenzaron a pasear con grandísimo éxito por todo el mundo hasta 1950, en que la pareja artística se separó. Para muchos, Caracol no pasaba de ser "el que le cantaba "La Niña de Fuego" o "La Salvara" a Lola. Y se olvidan del grandísimo cantaor, sobrado, único, personal. Que deslumbró a Falla y a García Lorca en el Concurso de Cante Jondo de Granada de 1922, que marcó el acercamiento de los intelectuales al flamenco, que ganó con 12 años: un premio de mil pesetas que le otorgó un jurado con La Niña de los Peines. Ese es el verdadero Manolo Caracol, el cantaor grande, el innovador, el descubridor de nuevos caminos y de nuevos públicos, el que sacó al cante de los reservados y lo llevó a la grandeza de los teatros llenos. El continuador de una dinastía familiar, biznieto de Curro Dulce, tataranieto de El Planeta y sobrino de Enrique el Mellizo. E hijo de Manuel Ortega Fernández, "Caracol el del bulto", que fue mozo de espadas de Joselito, uno de los hombres con mayor gracia que ha habido en España y que lo llevó al conocimiento y dominio de todos los palos, como dejó grabado para el folklorista Manuel García Matos en "Una historia del cante flamenco" (1958), con la guitarra por Melchor de Marchena.

Así que "carcelero, carcelero, abre puertas y cerrojos, ayayay", a ver si al cumplirse estos 50 años reconocemos ahora la creadora libertad de arte que fue Manolo Caracol para el inmortal cante más grande.

 

 

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