ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  16 de febrero  de 2023
                               
 

Carnaval sin Julio Pardo

Los contrastes de la vida. Con razón dijo Julio Pardo que "el Carnaval es un cachondeo muy serio" Tan serio, que no respeta ni estas fechas de coplas para llevarse a los mejores, como a nuestro Julio, cuando su coro de este año estaba todavía compitiendo en el concurso del Falla, cuya final se celebra mañana. No creo que se haya dado una situación tan dramática: que un coro cante cuando su autor acaba de fallecer. Así pasará el Carnaval de este año a la Historia triste de nuestra tierra, con 'Los Martínez', el coro que presentaba Pardo. Dirigido por su hijo Julio Pardo Carrillo, en su fidelidad y su afición de llevar nada menos que 45 años sobre las tablas del teatro o en la batea del coro, en la calle, innovando, siempre innovando. Y ganando premios. No ha habido otro autor que haya ganado 15 primeros premios de coros, muchos consecutivos. Con un grupo de estudiantes de Medicina sacó "Los aspirinos" en 1978, recién vuelto el Carnaval a febrero, y luego hizo obras perfectas, que innovaron la modalidad y crearon un nuevo estilo de coro, que después muchos siguieron y aún disfrutamos.

Mientras evoco al amigo querido que se fue, a mi admirado rival en los años áureos del Coro de la Viña en que yo escribía la letra del tango de Antonio Martín (en el que siempre nos ganaba), quiero subrayar algo que no se ha resaltado en los más que merecidos homenajes de adiós al gran corista. Julio Pardo revolucionó el coro. Hasta que llegó él, con letristas como Quico Zamora, Antonio Segura, Antonio Miranda, 'El Canijo de Carmona' o Antonio Rivas, el coro aparecía estiradamente estático sobre el escenario, en una plataforma con tres niveles, para tenores, segundas y bajos, la orquesta de pulso y púa delante, y un telón negro por detrás. Nadie se atrevía a colocar en escena el coro de otra forma, ni a que se moviera por el escenario como la chirigota o la comparsa. Hasta que todo el clasicismo del coro lo innovó Pardo de arriba abajo, con toda genialidad y naturalidad. Empezando por el decorado del escenario, que simulaba teatralmente motivos del título y la filosofía del coro de cada año. Y con la disposición de los integrantes en ese escenario, ya no alineados casi militarmente por cuerdas, sino colocados en diversos lugares del decorado. "Con mi pendón morao al viento", como cantaba en el estribillo de "Guacamayos y Lechuguinos" (1984), Julio Pardo defendió con todo éxito estos aires innovadores para el coro, incorporando otros instrumentos y una escenificación que yo empiezo a recordar en 1985 con "El Callejón de los Negros", hasta llegar a la exquisitez de "Vamos a la Ópera" (1991) o de "El Buque Escuela" (1996). Y no por eso descuidó la pureza del tango, para el que escribió falsetas inolvidablemente bellas y melodías tan hermosas como nunca se escucharon. Mezcló Julio todos esos elementos, la innovación escénica, la introducción de instrumentos insólitos, la concepción del coro en movimiento, no estático, ¡y mimando el tango! Hoy, por los cañones de esquina, un tango que escribe el viento pide para él la Medalla de Andalucía que muchísimos solicitamos cuando aún no se había llevado al grandísimo compositor esta maldita muerte de febrero.

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio