ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  22 de febrero  de 2023
                               
 

Ceniza de Miércoles

Pío XII hizo en 1956 la gran reforma del calendario litúrgico de la Semana Santa, que terminaba el Viernes Santo a las 12 de la noche. Pío XII acabó con aquel Sábado de Gloria de los estrenos teatrales, cuando al San Fernando venía la compañía de Lilí Murati y la de Doña Concha Piquer al ahora cerrado Cervantes. Yo creo que Pío XII inventó el Sábado Santo sólo para que se luciera más la Hermandad de la Trinidad, de la que era mucho el torero Manolo González. Pero ahora se ha hecho otra gran reforma de las vísperas de la Semana Santa, más revolucionaria todavía, y colectiva. Hoy, dicen, es Miércoles de Ceniza. Dicen, pero no es verdad. La ceniza de este Miércoles de bacalao con tomate, croquetas y primeras torrijas ha quedado pulverizada por la invasión de la Semana Santa en todos los ámbitos de la ciudad durante todo el año. Aunque el calendario litúrgico lo diga, hace ya más de un mes que empezó la Cuaresma según Sevilla, con el quinario del Gran Poder. Joseph Peyré dejó escrito aquello de "la Pasión según Sevilla" para referirse a la Semana Santa y ahora hay que poner "la Cuaresma según los cofrades jartibles" para referirse a las largas vísperas del gozo.

Antes la Cuaresma empezaba cuando se iniciaba el rito del ayuno y abstinencia que, como en tantas cosas del habla de Sevilla, se escribía de una forma y se pronunciaba de otra. Se escribía ayuno y abstinencia, pero se pronunciaba vigilia. Era Cuaresma porque en el mostrador de Ochoa veíamos el cartelito ritual que nos anunciaba que la sangre encebollada había que cambiarla por las espinacas con garbanzos: "Hoy es vigilia".

Y en la moda de las restauraciones cofradieras, yo cogería el Miércoles de Ceniza y lo llevaba al Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) para que le devolvieran su antiguo gozo de estreno. Para que le limpiaran las adherencias e impaciencias que se le han ido pegando con los años. No hablo de la ceniza sobre la frente, porque como dicen que ya no hay más novísimos que los que pintó Valdés Leal, y que el infierno son los chuflas y los pintamonas que tenemos que padecer en vida en esta Sevilla de nuestros pecados, pues ni siquiera tenemos el miedo bíblico a la muerte. La ceniza viene ahora en forma de una radiografía o un análisis, que son las que mayormente nos dicen, pero con siglas en inglés, eso latino del "Pulvis eris et in pulvis reverteris". Que lo de reverteris no me negarán que suena al pañuelo de la novia del torero de Alcalá del Río, a Reverte. Yo mandaría el Miércoles de Ceniza a que lo restaurasen en el IAPH con todo el temblor de las vísperas que antes tenía, cuando se empezaban a oír tambores por La Barqueta y se presentían los blancos gritos del azahar en las plazoletas de albero. Que nos restaurasen un Miércoles sin hartazgo de una Semana Santa amenazada por su propio crecimiento desmedido y por su constante presencia a lo largo de todo el año en toda Sevilla. Que nos devolvieran a su ser el gozo íntimo y secreto de un Miércoles del que sólo quedan cenizas, enamorado polvo del recuerdo ante este hartazgo de Semana Santa todo el año.

 

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